martes, 30 de diciembre de 2008

Ahuyentando el destino

Hay días que pesan.
Pesan tanto como a Sísifo su piedra,
Como al condenado a la galera,
Como al encadenado a la barra de un bar.
Y decía Maná.

La locura del minuto intenta atraparme
Lo conseguirá más tarde que temprano
Porque estoy destinado a ello
Desde la primera probeta de Kwak.

No quiero pensar en cuando muera
Y me arrepienta de lo que no viví
Porque no hay vuelta atrás que valga
Ni me llene estos silencios
Que me niego a discutir.

Menos mal que llega la Champanada
Y la juventud del Gaudeamus
Goliardos sin rima, Clérigos de arrobas,
Cantaremos desafinando sin conjugar un verbo
Aullando, nos sentiremos eternos, nos creeremos la duda.
Vicky

viernes, 26 de diciembre de 2008

El viaje

Miró hacia abajo, esforzándose por ver que le esperaba al final del viaje aunque no sabía que le esperaría, nadie había regresado para contarlo y nadie le había explicado en qué consistía: solo sabía que era un viaje obligado, algo a lo que había estado aguardando desde su generación.

Miró a su alrededor, sus demás amigos estaban a su alrededor. Ellos también habían emprendido su viaje. Sentía consuelo al saber que no estaba solo, que estaba acompañado. No podía ver sus rostros pues en ellos no se reflejaba nada pero sabia con seguridad que el miedo y la curiosidad les atenazaba de igual forma que a él mismo.

Miró hacia arriba, un destello de luz le hizo refulgir en la oscuridad de la noche. Eran las estrellas que empezaban a despertar para iluminar su camino. Observó que lo hacían despacio, incluso con timidez y curiosidad, temblando con la fría caricia de su transitar. Seguramente hacía mucho tiempo que no veían a un grupo tan grande.

Miró de nuevo a su alrededor. Empezaba a ver las luces de la ciudad, la silueta de los edificios protegiendo y cobijando a los que allí habitaban. Tras las ventanas se vislumbraba el rostro de curiosos, de niños sonriendo que señalaban al cielo. No podía haber imaginado nunca una bienvenida mejor.

Miró hacia arriba deslumbrado por el sol, arduo enemigo. No recordaba cómo había llegado hasta allí. En su mente aún permanecían las caras felices de los niños pero nada más. A su alrededor estaban todos sus compañeros. Se unían entre sí atemorizados por lo que les iba a pasar. La muerte aguardaba y no se resignaban a caer entre sus brazos tras haber visto tanta belleza aunque hubiese sido en tan corto periodo de tiempo.

Miró a la gente que poco a poco se había ido acercando a ellos, unos con rapidez, otros con cautela pero todos sonreían y los miraban como si no pudiesen creer que estaban allí. Entonces entendió que todo había merecido la pena, el viaje había hecho feliz a la gente y él y sus compañeros esperarían a desaparecer oyendo las risas y siendo parte del juego de aquellos niños.
Vanesa

sábado, 20 de diciembre de 2008

Primer borrador

Un ritmo que no se detiene
¿Poesía o no poesía?
Me da igual, no es la vida que
Esa la mía la tuya la ajena
Intertexto de Biblia descompuesta
En la que nos aparecen y nos borramos
Dicen que hay marcha atrás


(Salmos)(de)(para)
Los que no lo necesitan
Estos que nunca se han perdido
Extraviado o ensombrecido
versos fáciles rimas autocomplacientes
(pausa) (aspiro)
Los felices
Vicky

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Teoría del... BUSCATE LA VIDA

La exigencia de los plazos me oprime. El tiempo pasa y me siento culpable de tener retenido esta secuencia de puntos mientras minuto a minuto se construyen los días.
Esta desagradable sensación me hace revolver en armarios y antiguas conversaciones en busca de algo que no desentone y poder dejarlo en estas páginas.
De pronto, unas palabras me dieron una pista: buscate la vida.
Sabía que había escrito alguna vez algo alrededor de aquellas tres palabras. Y, sin muchos problemas, he encontrado el origen y destino de lo que entonces llamé (y hoy llamo): teoria del... BUSCATE LA VIDA

Y es que el "Buscate la vida" es una respuesta aparentemente muy borde a cualquier pregunta...

Pregunta: Perdone, ¿tiene hora?
Respuesta: Buscate la vida

P: ¿Cual es su nombre?
R: Buscate la vida

P: ¿Estudias o trabajas?
R: emm... buscate la vida

"Buscate la vida"... la borde-respuesta universal.

Sin embargo yo quiero dar un nuevo valor a esa respuesta, pero no tanto para decirsela a los demás (que no hariamos otra cosa que ser bordes con la pobre gente que nos rodea), sino para repondernos a nosotros mismos a preguntas que nos planteamos nosotros mismos.

Porque puede que merezca la pena que nuestra primera respuesta a cualquier problema sea, al menos, gastar un minuto en buscarnos la vida.

En serio, plantearoslo... para cualquier tarea que tenemos que realizar en tu trabajo(por poner un ejemplo), ante cualquier problema que surge en el día a día, ¿cual es nuestra actitud?: pasiva a la espera que nos respondan una pregunta (que a veces ni planteamos) o activa... incluso proactiva "buscandonos la vida".

Se abre el turno de debate...

Emilio

viernes, 28 de noviembre de 2008

Epitafios de Westminster Abbey

Le encantaba complicarse la vida. Se lo decía todo el mundo, que era un bicho inquieto, que la Tierra no giraba más deprisa para que a él le diera tiempo a recorrerla y que se dejara de sueños imposibles propios de una juventud que estaba llamada a agotársele en breve.

A veces pensaba en su epitafio, sobre todo o con especial frecuencia desde que había visto los ingleses, vidas hábilmente resumidas en cuatro líneas con sus logros y miserias. La suya tenía más de lo segundo que de lo primero (como todo el mundo, aunque pocos lo reconocieran), pero aún así se negaba a que su tiempo respirando se redujera a un par de sintagmas entre los paréntesis del nació y del murió. No obstante, bien pensado, era absurdo preocuparse por la trascendencia de un epígono en Times New Roman que nunca llegaría a leer.

Por eso mismo y por él mismo (propósito egoísta y orgullosamente reconocido) le gustaba que le insultaran llamándole irreflexiva aguililla (curiosa a la par que astuta) pues sólo así podía alcanzar las oportunidades más recónditas y las ilusiones menos manidas.

Que los demás construyeran sus días previsibles y sueldos fijos, hipotecas mortuorias y niños que les sacaran los ojos, porque lo que era él lo tenía muy claro: haría lo imposible para que ésta, la síntesis de su vida, le llevara al escritor de turno algo más que los protocolarios cinco minutos.

Vicky

jueves, 20 de noviembre de 2008

la última parada

El vaivén del autobús a esa hora de la mañana tenía un efecto adormecedor en todos los viajeros. Aún sin cerrar los ojos cada uno de ellos andaba sumido en un profundo sueño (o debería llamarse ensueño) que les hacía ser un mobiliario mas entre las barras y asientos del vehículo.
Ella se desperezó al ver que llegaba la parada. No era su parada, sin embargo, en esa parada subiría él.

El autobús frenó.

Un hombre mayor buscaba en su bolsillo algo que enseñar al conductor y mientras, ella impaciente miraba por la ventanilla.
“Tal vez este viniendo corriendo, seguro que se le ha pegado las sabanas”
Y sonrió ante la idea de verle venir corriendo con su maletín a cuestas, subiéndose las gafas y sujetando los bolsillos de la chaqueta.
Limpió el vaho de la ventana pero ni un alma pasaba por la calle. El anciano tomo asiento justo donde debería sentarse él. Ella estuvo a punto de decirle que ahí no debería sentarse, había muchos asientos libres del autobús a esa hora ¿por qué debía ocupar justo ese?... pero se retuvo de montar un espectáculo por, lo que para el resto de los mortales, era una estupidez.

El autobús cerró sus puertas.

En ese momento, una vez más tuvo que volver a hacer acopio de toda su fuerza de voluntad (o sentido del ridículo) para no gritar al conductor que aún faltaba él por entrar, que hiciera el favor de abrir la puerta... sin embargo, el autobús comenzó su rutinario viaje hacia la siguiente parada, pero para ella, todo había cambiado.
“¿Dónde estaba? ¿qué podría haberle pasado?”
Poco a poco lo que antes había sido ensueño comenzó a tomar tintes de pesadilla.
“Tal vez le han despedido” pero no creía que fuera así, ayer mismo portaba su eterna sonrisa, parecía lleno de confianza. No, nada le preocupaba. Además era inteligente si estuvieran a punto de despedirle lo hubiera visto venir y su actitud habría cambiado.
“Debe haber sido un imprevisto” eso le sonaba mucho mejor, pero, ¿qué tipo de improviso podría haber cancelado repentinamente su cita diaria?
“Tal vez un accidente, algo grave ha ocurrido a un familiar”, poco a poco fue trazando imaginariamente a cada uno de los miembros de su familia.
“Tal vez su mujer... o Dios mio, muerta” La luz roja del semáforo la deslumbró como un mal presagio. Ella estaba en la ducha y resbaló, cuando él entró vio un baño de sangre. Los del SAMUR poco pudieron hacer. “Estas cosas pasan” escuchó susurrar a uno de los enfermeros mientras las lágrimas de impotencia y de incredulidad nacían de sus ojos. ¿Por qué a ella? ¿por qué? Preguntaba mientras el espejo en su reflejo le devolvía solo incógnitas, ninguna respuesta.
Ella pensó que era terrible, pero de pronto a su cabeza llegó algo peor. Intranquila trato de quitarse esa idea de la cabeza, “no, no puede ser” pero de pronto todo iba tomando sentido. Su mujer no se daría una ducha a esa hora de la mañana, seguramente se levantara una vez él se hubiera ido... el imprevisto debía tener que ver con él. ¿Herido? Recordó su imagen hace 6 meses cuando subió a este mismo autobús armado con sus muletas asegurándole al conductor que se había auto lesionado para poder sentarse “legalmente” en su sitio favorito. Si estuviera herido... estaría allí, él era ese tipo de hombres. ¿Y muerto?. Poco a poco la imagen que antes le había levantado una sonrisa volvió a su mente, el corría porque llegaba tarde a coger el autobús y de pronto... aquel vehículo iba muy por encima de la velocidad permitida pero a aquellas horas poco era el tráfico que envolvía la ciudad. No les dio tiempo a reaccionar, a ninguno de los dos... él que se resistía a tomar el coche, o incluso a sacarse el carné, había visto truncada su vida precisamente por un hombre imprudente armado sólo con ese vehículo.
Se tapó la cara con las manos.
La gustaría ir al tanatorio y dar el pésame a su esposa. Había sido un gran hombre, fiel a cada una de sus citas, siempre lleno de optimismo, capaz de afrontar los días tristes con una sonrisa y resolver cada uno de los problemas que le había planteado la vida. La gustaría haberse podido despedir de él, decirle hasta que punto le admiraba. Siempre amable con las señoras mayores, incluso con su pierna escayolada. De pronto ella empezó a concebir una mañana tras otra sin él. Sus días habían cambiado irremediablemente, para siempre. A partir de ahora todo sería un poco mas triste. Ojalá hubiera tenido tiempo para despedirse.

El bus paró. Ella levantó la cabeza y le vio.

Él tenía pinta de haber corrido un maratón. La camisa fuera del pantalón, la chaqueta a medio poner y completamente despeinado. Casi sin poder tomar aliento la sonrió.

Ella le devolvió tímidamente la sonrisa y miró hacia la ventana, como cada día hacía.
Con un suspiro dejó marchar todas las ideas que habían revoloteado en su mente y volvió a ese estado de ensoñación dejándose llevar por el vaivén.
Ahora todo volvía a la normalidad: él seguiría siendo ese eterno desconocido, ella la amante obsesiva de su rutina.
Le perdonó, por esta vez, que no se sentara en el asiento de siempre

Emilio

domingo, 16 de noviembre de 2008

Hasta cuando...

Perdida en el laberinto de mis propios pensamientos, una palabra del exterior consigue introducirse entre los intrincados tuneles para hacerme despertar y prestar atención a una realidad que hasta entonces me habia sido ajena.

Un cambio, un sueño, una nueva realidad, unos nuevos horizontes...e innumerables frases de significado semejante acaparan mis oidos en apenas unos segundos.

Intento prestar algo más de atención intentando asimilar que todo ese conjunto de frases hechas no pertenezca a ningún anuncio de islas paradisiacas ni de coches de última generación. Pero el desenlace desemboca en un sin sentido que me recuerda el por qué me resguardaba en el acogedor lecho de mi caótica conciencia.

Las elecciones americanas por fin llegaron a su fin tras un largo año de campaña propagandistica no exenta de insultos pero sí de carente de soluciones prácticas para los problemas actuales. Y es que negar lo que hizo el anterior presidente no es proponer nada, a lo sumo es llevar la contraria.

Obama consigue cruzar la linea de meta derrotando a un candidato que habia dado por terminada su candidatura hacia meses pero que poseia la ilusión de los ignorantes: esperar un soplo de aire fresco que cambiara las tornas. Pero eso no pasó…y si hubiera pasado…ahí estarian los medios de comunicación para expulsarlo lejos de alli.

Un candidato, Mc Cain, contaminado por su relación con Bush y un candidato, Obama, que crea expectación ante la posibilidad de ser el primer presidente negro de EEUU y romper con la política bélica americana. Y pensar que todavía hay gente que se sorprende del desenlace…

Lo que me produce adversión no es quién haya ganado ( por desgracia la historia está llena de ejemplos de grandes personajes esperanzadores que se quedaron en la nada más absoluta) sino ver la opinion de esos viandantes que se acercan al microfono como la mosca a la m….. y en un arranque de puro patriotismo ignorante (sí, parece que a algunos les va la vida en ello) se arrancan a dar las razones por las cuales apoyan a uno u a otro. Las hay de todo tipo: es el mejor, es genial, se lo merece, es la esperanza para América, confio en que se acuerde de la gente de su color, mira por los desfavorecidos, mira por la unión de este gran país, en mi corazón sé que es la respuesta al cambio, es la esperanza a mis plegarias, sé que Dios y todos los americanos le apoyan……y no sé cuantas mil sandeces más con un gesto tipico américano: el puño cerrado con el pulgar hacia arriba (da igual que sean patatas, armas, colchones en la teletienda….es el gesto congénito de los americanos).

Las respuestas carecen de significado politico, no hay referencia a ningún punto de su campaña. Todas ellas son motivadas por sentimientos, deseos, aspiraciones individuales trasladadas a otras personas que creen más capacitadas de llevarlas a cabo, de cualquier tipo de causas afectivas que no implican decision política y que confunde el fanatismo con la decision crítica.

El cambio en un país no depende de una persona, sino de todas aquellas que la componen, que han de guiar a su candidato electo hacia lo que creen necesario y criticarlo en el momento en que se desvíe de su camino. La conciencia de un país es colectiva y no se limita a participar en una votación cada cuatro años. Y las personas, en este caso hago referencia directa a Obama, no gobiernan de una forma u otra dependiendo del color: Obama es Americano, ha recibido educación Americana y piensa como Americano que es. Las formas, los escrúpulos y la conciencia es lo único que cambia.

Aunque siempre cabe pensar que cada uno tiene lo que se merece….
Vanesa

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El castillo de If

Aunque la melancolía no entiende de sexo, estado ni religión, lo cierto es que imaginar a nuestra princesita envuelta en tules rosas oteando el horizonte desganada toda la eternidad, o contemplar a un joven y apuesto príncipe cubierto de harapos y dudando incluso de sí mismo una y otra vez nos parece especialmente chocante, como si no tuvieran derecho a sentirse aislados y nos sintiéramos profundamente engañados. Suponemos como adultos pero apelando a lo irrazonable que para estos seres perfectos, las empalizadas rectangulares, con goteras y enrejadas, son lugares de transición entre la desgracia y la felicidad, pero nunca total y eternamente habitables.

Sin embargo, no convendría olvidar que de niños todos fuimos príncipes y princesas cuyas vidas giraron en torno a una torre, razones antropológicas aparte y Pretty Woman o Disney también. Imaginación y realidad se fundían en nuestra torre, que era transparente (entonces no teníamos doblez) pero también misteriosa, situada en lo más recóndito de nuestra alma y siniestra por necesidad. Escondite en unos momentos, fortaleza a la que pretendíamos acceder en busca de protección, prisión de otros –nunca podremos estar seguros de los sentimientos ajenos-, prisión de nosotros mismos –la comunicación es fluida sólo al noventa por ciento-. Con el tiempo dejamos de ser príncipes y princesas, pero la torre no desapareció, simplemente adoptó otra forma, ahí continúa, en la atalaya, rodeada de rocas afiladas entre olas de hierba o de aguas reposadas o quizá enfurecidas.

Que tengamos una torre polivalente no es ni bueno ni malo. Se escapa a los juicios éticos, incluso a la propia voluntad. Minúsculo espacio donde tratamos de entendernos a nosotros mismos, el lugar inaccesible a cualquiera que no sea su dueño, aunque incluso a éste le resulte inabarcable. Los problemas vienen cuando se convierte en el epicentro absoluto, refugio o asedio eterno, obsesión enfermiza que nos desquicia y desorienta el resto de nuestra vida.

En lo más alto de la más alta torre dicen que está la princesa. Lo que no cuentan es que hubo príncipes con vértigo y princesas tan dependientes de sus cadenas que nunca podrán ser rescatadas.

Vicky

sábado, 1 de noviembre de 2008

Fin de semana

Fin de semana. Noche del sábado. Cualquier bar de cualquier sitio. Los amigos, las copas y tu mente se abre para escuchar la cosa más inverosímil, la tontería más grande que hasta ese momento un habías oído o una declaración de intenciones por parte de las persona que menos te habías imaginado. Y si no,…siempre puedes poner la oreja a la conversación de al lado porque si de algo podemos presumir, no es de hablar bajo precisamente.

Entonces te descubres en una realidad donde el yo de cada uno pugna con el de los otros para contar historias personales, recuerdos de tiempos mejores e indiscreciones que van aumentando con el calor de cada copa.

Todo vale: las distintas seducciones de los chicos/as, las contestaciones ingeniosas, las proposiciones deshonestas, la participación en una de estas, el aguante de las noches interminables, las oportunidades perdidas, los proyectos futuros, los sueños perdidos, los amores fallidos, los ánimos vencidos…

La noche acaba y cada uno regresa a la rutina de sus vidas particulares, pero la satisfacción del orgullo henchido o del alma desahogada perdurará hasta la próxima reunión.

Saber escuchar sin participar en el ciclo es harto difícil y…si no tienes nada que decir, siempre puedes pincelar tus experiencias con algún matiz que las haga interesantes…hay quien lo llama mentir pero…quién es uno para juzgar a los demás…
Vanesa

miércoles, 29 de octubre de 2008

Una mochila

Hay mucha gente que odia las despedidas. Tal vez porque en ellas sale emociones y afloran sentimientos que nos cuesta mostrar a los demás.
Además, en cada despedida nos fijamos sobre todo en ese componente que odiamos: estamos dejando atrás algo... cuando en realidad lo que hacemos es cerrar una etapa, completándola dentro y fuera de nosotros.

Pondré un ejemplo: Una mochila
Durante cada etapa de nuestra vida llevamos una mochila con nosotros. En nuestra mochila vamos metiendo vivencias, experiencias y recuerdos. Pero llega un momento en el que debemos partir a otro lado, hay que irse a otro lugar, hay que comenzar algo nuevo... ley de vida amigos. Pero, ¿y que hacemos con nuestra mochila?

A veces pensamos que la despedida es el momento en el que dejamos nuestra mochila atrás. Ya no entrará nada nuevo en ella ya no sirve, la dejamos allí de donde partimos hasta que la propia mochila se convierte en recuerdo.

Para mí, la despedida es el momento en el que se cierra la mochila. La etapa ha finalizado, ya no entrará nada nuevo... sin embargo esa mochila será parte de mi equipaje en mi próxima etapa. La mochila no queda atrás, va conmigo... forma parte de lo que soy.
La despedida es precisamente ese importante momento en el que cerramos todas las cremalleras y todo queda atado, nos ajustamos las correas y se dice aquello que ya no tendrá mas momentos para ser dicho.

Salir por la puerta de atrás, irnos sin despedirnos, hace que nos llevemos nuestra mochila abierta. Muchas cosas se caerán de ella, de verdad, no merece la pena.

Cierra bien tus mochilas. Aprende a cerrar etapas y el pasado nunca será una carga.

Emilio

miércoles, 22 de octubre de 2008

ANIVERSARIO

Lo que voy a decirte podría parecer un juego lingüístico, una de estas paranoias de alma adolescente aún intacta, época hostil e inevitable, envidiada sólo en la madurez... ves, ya me enrollo, como dicen nuestros hijos, o como dirán, o como dirían, porque la verdad (ves, ya salió de nuevo mi expresión favorita, de la que te burlas a veces con cariño, las más con humor de sal gruesa o gorda, como me veo cuando me miro en el espejo y me digo como como como), es que no sé si quiero seguir a tu lado, quizá porque puedo ver el futuro y en él todo sigue igual, y vamos a trabajar, buscamos a los hijos de los que siempre hablamos, volvemos a casa, nos entretenemos en juegos absurdos, repetidos, visuales, y no nos miramos hasta que nos encontramos en la cama, cara a cara (en mi prolepsis mi ocio continúa contando los lunares de tu espalda), y seguimos como si quisiéramos aumentar la camada, nos creemos seres vivos, esas células que nacen, se reproducen y mueren, aunque con la aceptada salvedad de que cumplido el deber, obviamos lo segundo, el noventa y nueve por ciento de las veces... y no se trata de economías, la vida es dura y cara, sino de falta de fe en nosotros, te busco por las noches sólo cuando no tengo ganas de hacer todo solitaria, no soy la única, y tú lo sabes, lo noto, que de vez en cuando roba minutos al sueño para sentirse falsamente libre.

Somos dos extraños que serán extraños más allá de la muerte. Por eso te escribo ahora, por qué dejarlo para más adelante: al menos para que sepas que el interés es mutuo... y la rutina cobarde.

Vicky

domingo, 19 de octubre de 2008

Las cadenas de la vida

Con el tiempo las cuatro pareces que lo rodeaban se hicieron más opresivas. De nada ya servían los inmensos tesoros que la adornaban. En un principio era un inmenso placer observar, estudiar, valorar hasta el mínimo detalle de cada pieza. Se imaginaba al artesano labrando con sumo cuidado y amor los numerosos ornamentos sin que sus manos dudasen en el trazado o se detuviesen por el grado de dificultad que implicaban. En su fuero interno siempre los había envidiado por ser creadores de tales bellezas.

Entre todas esas maravillas había una que especialmente le deleitaba mirar. Era un brazalete de oro macizo donde las formas representadas se fundían a su alrededor con el azul intenso del lapislázuli. En ella, dos dioses se daban la espalda representando cada una de las fuerzas del bien y del mal. Ante ellos, los esclavos se arrodillaban pidiendo ser acogidos por su gracia. Al menos eso era lo que él entendía puesto que no sabía descifrar la compleja escritura egipcia. Solo unos pocos privilegiados tenían acceso a ella.

¿Cómo escapar de la condición ligada a su existencia? ¿Cómo escapar de las cadenas de la vida? Silencio. Se lamentó por su posición en la vida terrenal sabiendo que su vida en el más allá no gozaría de mejoras notables. Pero hasta entonces, no podía hacer otra cosa más que esperar, así que volvió la vista hacia el brazalete para sentir por esos esclavos la misma compasión que sentía por él mismo. Ellos pervivirían a través de los tiempos en aquel grabado y él…él permanecería siglo tras siglo en la tumba de su amo, de su Faraón para servirle en la muerte igual que en la vida.
Vanesa

martes, 14 de octubre de 2008

La última hoja del otoño


En ella se agrupaban todas las fuerzas
pero ella trataba de no caer
luchaba por mantenerse en pie.

Había visto como caían
todas aquellas hojas, todas aquellas vidas
había presenciado su descenso
y deseosa de no seguir su caída
su alma a su árbol se había atado.

Y llegó el último día del otoño
solo ella se mantenía viva
y desde su altura pudo ver
los sollozos de una preciosa niña.
Cuando una lágrima vio caer
deseó estar en el suelo donde caería
para poder sentir la pena que ella sentía
para poder tomar esa tristeza y compartirla.

Y su deseo se hizo realidad

Comenzó a dejarse por el viento llevar
y por primera vez en su vida se vio libre
y libre voló hasta caer
a los pies de una niña que la miraba en la caída

La niña tomó esa hoja entre sus manos...

“Mis lágrimas al caer
la hoja al volar
el frío invierno al venir
son todos símbolos
de que la primavera está cada vez mas cerca”

Y acogiendo a esa hoja en su corazón
la niña sonrió.
Fue la hoja la que empezó a llorar de emoción
al sentirse parte de una primavera:
pues primavera no es una estación
es la sonrisa de una niña.

Emilio

lunes, 6 de octubre de 2008

Mensajes cortos

Nota de Emilio: Esta secuencia de caracteres, palabras y frases podrían llamarse "proyecto de poema corto que alcanzo su final prematuramente".
Lanzados al mundo no buscan agradar, ni convencer, ni buscan una pluma de la que nunca llegaron a nacer. Tal vez solo un poco de libertad y otros ojos desde los que mirar.

Gracias Jorge por unirte a nuestro proyecto.

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En medio de la calida noche , caminando. Pausado , sintiendo el frescor del aire al contacto con la ropa humeda. La maravilla de los pequeños brillos de los coches, antinaturales e imposibles de lograr.Cada uno de ellos ocultando una historia anhelando ser descubierta. Un caos de sonidos llega a mi, pero es caos formado por orden, todo encaja, sonidos luces, caras. Es lo que deseo, es mi ciudad

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Miradas al vacio.
Ese lugar donde descansan los hastiados guerreros de batallas sin sentido.
Anhelantes de cualquier cambio porque el peor de los finales ,no es sino una salida de ese purgatorio donde habitan

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Moviendome entre el odio y la desesperacion usando por motor el miedo

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Y asi sin avisar de nuevo amanece y te ciega la luz calida.
Te recuerda el que y el quien.
Y la unica nube es el miedo al añochecer

Jorge

viernes, 3 de octubre de 2008

El desafio II

Nadie le había visto. No sabía cómo había sucedido, pero había conseguido escapar de las mazmorras de la terrible Bruja. En un pequeño descuido del carcelero, se escondió con hábil destreza entre las sombras bajando las escaleras que le separaban en su camino hacia la libertad. La terrible ingesta de aquella papilla marrón todavía se retorcía en su estomago pero la vida de un intrépido explorador estaba llena de pruebas a superar…aunque esa había sido demasiado dura.

Con paso decidido cruzó la gruta que conducía hacia las cálidas arenas de un desierto que ahora parecía acogedor. Tras una duna, con corazón palpitante, se aseguró de que nadie le hubiese seguido. Cómo le gustaría ver la expresión de la Bruja cuando descubriese que había superado su estrecha vigilancia… pero para entonces deseaba estar lo más lejos posible de sus dominios.

Aguardó pacientemente. Sabía cuál era el camino más corto que conducía a su nave. Debía ser cauto y a la vez audaz. Para poder llegar a ella debía superar un peligro semejante al poder de la Bruja: la Duna del Suicidio. El mero hecho de mencionarla le erizaba cada pelo de su cuerpo pero nada se interpondría en su propósito.

Miró hacia arriba e intentó evitar calcular la altura que interfería en su camino. Cogió aliento y con paso firme, o eso al menos trataba que pareciese, subió poco a poco parándose solo a secar el sudor que perlaba su frente.

Sin aliento llegó a la cima de la duna. Pocos habían culminado una subida tan peligrosa pero era comprensible, no todos tenían la experiencia que él había acaparado tras largos años. Se tomó unos minutos para contemplar el paisaje. La satisfacción que sentía en esos momentos hacía olvidar las penurias que había pasado para llegar hasta allí.

Pero las alegrías duran poco. Unos gritos le hacen salir de su ensimismamiento y descubrir que una patrulla de siervos de la Bruja le pisan los talones. El temor se apodera de él sin permitirle pensar con coherencia. Se gira, puños amenazantes se aproximan y entonces...se jugó el todo por el todo.

Apresuradamente miró hacia abajo, se sentó automáticamente y se dejó caer por la superficie resbaladiza. Mientras bajaba fragmentos de sus pequeñas victorias asomaban a su mente y se preguntó si realmente había llegado su final….y entonces… sus pies tocaron un suelo firme y un suspiro de alivio escapó de su boca.

Todavía sobrecogido de su hazaña, se volvió, miró hacia arriba y con una mueca despectiva se burló de todos aquellos que pensaban que iban a poder con él. Ya nada podría pararle, ni asustarle: la huida había sido todo un éxito.

Y mientras….en una realidad paralela, todos los niños se alegraron de que por fin se hubiese tirado del tobogán sin dejar de preguntarse de donde habría salido ese niño tan raro, que se reía solo y se comportaba de manera tan extraña…
Vanesa

martes, 30 de septiembre de 2008

PRIMER DÍA

Expectantes muchos. Otros, ya de vuelta. La mayoría escépticos, indiferentes, pasotas desangelados. Yo, en frente. En la tarima de un poder falaz, atribuido solo por la relativa experiencia de algunos meses más de estudio y la ventaja de los años.

Sois una masa informe de nombres, de caras insípidas, de momento anónimas. Inexpresivas o demasiado elocuentes, sobre todo las hostiles. Y algún mero brillo de interés en dos o tres raros.

Yo, la desconocida. La maga o la bruja que ha de moldearos, según se mire. Para bien o para mal. Quién sabe... Voy a jugar a crear ilusiones. Sois la materia transformable, sois mis potenciales artistas o, tal vez, ya desde ahora, ya desde antes. Lo sois.

Mi herramienta: la ilusión. Mi barro, vuestras cabezas desarmadas, mis piezas a ordenar. Quizá jugaré a ser dios este año, creándoos un mundo más apetecible, tallando cada una de vuestras inquietudes, buscándolas.

Que no me desalienten tantos hombros elevados, tantas cabezas inclinadas hacia el suelo, tantos brazos descolgados. Que no consigáis vencerme, inocentes, con la desidia. Que tire para arriba de aquello que tenéis bien guardado, que no sacáis porque, en vuestra jerga, no os da “la gana”. Porque sois grandes, muy grandes. Creo en vosotros.

Porque, tópicos a parte, todos tuvimos nuestras caras, nuestras corazas y defensas, nuestros recelos y mordazas, en el primer día.

Marga

sábado, 27 de septiembre de 2008

El Mar y Tú

Podrías haberte quedado un siglo en él. Rodeado por sus maravillosas olas, acariciando su espuma y dejándote llevar por su brisa. Ese momento es uno de esos instantes en los que no querrías estar en otro lugar salvo allí. El eco queda atrás, el agua se lleva la molesta arena, solos tu y el mar... de pronto no existe algo llamado mundo. Tu te entregas a él y sientes que el devuelve esa pasión sin palabras, dejándote que tus pasos te lleven a la profundidad que entre los dos pactáis, siempre con un lenguaje mudo, envidia de los que miran desde la orilla.

Pero de pronto, llega un momento en el que debes salir, debes regresar, volver... en realidad no es un deber, ni un deseo, en ese instante parece que es “lo que toca” , triunfa el “en algún momento tiene que acabar” y aun con las olas acariciándote los tobillos inicias el camino a la vida de siempre, no sin antes echar una mirada atrás sin poder evitar sonreír.
Sin embargo, a medida que tus pasos se alejan del mar, notas como su memoria invade lo mas profundo de tu alma, al principio con la dulce ensoñación de un recuerdo cercano, pero poco a poco vas notando un sentimiento desgarrador, la añoranza trae consigo algo que podría definirse como dolor y las palabras “Te echo de menos” adquieren su sentido mas puro: tu alma echa de menos al mar con toda su alma.
Una vez mas vuelves a sentir aquello: es uno de esos instantes en los que no querrías estar en otro lugar salvo allí... pero ahora hay una diferencia esencial: Ya no estás allí.

Cuando finalmente regresas a tu vida todo se hace mas tibio, mas tenue... el recuerdo queda un poco al margen pero de vez en cuando se recompone cuando vuelves a intuir el olor a mar, eso sí, ahora es una sensación un poco más dulce, cada minuto que pasa es un minuto menos que queda para volver a saltar olas, para volver a zambullirte en él. Tu vida esta partida entre realidad y sueño hasta tu regreso... el regreso, único momento en que tus dos mitades vuelven a ser uno y uno con el mar.

Él, siempre misterioso, espera y desea tu vuelta... no puedes confiarte ya que no deja de ser peligroso, caprichoso y demuestra a los incautos que no se deja domar o dejaría de ser mar. Es como si susurrara: “a esto debes acostumbrarte...“

A pesar de todo y a pesar de nada , al menos yo...
... no podría vivir sin él.

Emilio

domingo, 21 de septiembre de 2008

Soledad

Asomó la cabeza por el pequeño ventanal que separaba su refugio de la realidad. Pocas veces se sentía tentado de hacerlo. Le gustaba el contacto del aire en su rostro pero no podía evitar sentir temor pensando que alguno de los males del mundo lo alcanzase y le contaminasen.

Sabía que era un extraño para todos aquellos que parecían llevar lo que llamaban vida normal; no importaba, ellos también lo eran para él. No buscaba el amor egoísta de los demás, ni adormecer sus sentidos y sus pasiones rindiéndose al tic tac de un reloj marcado por las obligaciones y los deberes. No se consideraba un ser asocial, tal vez alguien al que otorgaron la existencia en un lugar y en un momento equivocado.

Las estrellas iluminaron su rostro. ¿Habría una para cada persona o tal vez sólo para los que detenían el tiempo anhelando ver una luz en la oscuridad? Lo ignoraba pero le gustaría pertenecer a esa inmensidad y con la mirada de un alma inconmensurable poder alcanzar un saber concedido solo con el paso del tiempo.

Se detuvo una vez más con la mirada perdida en el infinito. Suspiró, se volvió y supo que pese a sus anhelos únicamente le quedaba volver al cobijo de su cuarto, a ese almacén de sueños frustrados que no cesan de luchar a pesar de lo débil de su aliento. Ellos le acompañaban, eran parte de él, eran el único testigo de su existencia…
Vanesa

martes, 16 de septiembre de 2008

¿Tienes aceite?

Lo sé, lo sé. Lo primero que nos viene a nuestra pervertida mente cuando leemos ese titulo es el de una tía buenorra (u hombre maduro y atractivo, sírvanse a voluntad) llamando al timbre de nuestra casa con una camisa larga a la que faltan por abrochar un par de botones dejando entrever un preciado canalillo... pero no, no os voy a hablar esta vez de sueños eróticos, de hecho me voy a mover en el campo de la inocencia de los cuentos, concretamente en uno de mis favoritos: el Mago de Oz.

El Mago de Oz es un cuento para niños lleno de mensajes para adultos. Unos personajes que conocen sus defectos se lanzan a una gran aventura en la búsqueda de una solución milagrosa siguiendo un camino que otros antes han recorrido y sorteando miles de obstáculos y peligros. Durante el trayecto, el lector descubre que todos ellos demuestran con creces poseer esas características de las que presumen carecer y que con tanta ansia quieren pedir al mago.

Hay un personaje del que me gustaría hablaros especialmente: se trata de “El hombre de hojalata”. Ese leñador transformado en hojalata por una bruja malvada y que ya no tiene corazón que ofrecer a su amada. Un hombre que técnicamente no puede amar pero que llora como el que mas y tiene mas sensibilidad que el espantapájaros, Dorothy, el león y Toto juntos. Y es que nuestro hombre de hojalata conoce algo de sí mismo de lo que ni tú ni yo solemos darnos cuenta y es:

Sabe perfectamente que se oxida y que de vez en cuando necesita aceite.

Porque amigos, todos de una forma u otra nos oxidamos, y no hablo únicamente de hacernos mayores (o viejos), si no de que nuestras esperanzas se corroen, nuestra vida se hunde en la monotonía y llega un momento en el que estamos hastiados de todo. Por eso debemos aprender del hombre de hojalata.
Es imposible no tener esos momentos malos, apagados, duros, tristes, cuesta arriba... pero lo que sí que está en nuestras manos es conocer el aceite que nos funciona y dar un poco a nuestra gente cercana para que sepa como ayudarnos cuando llegan uno de esos días.

En el fondo estoy hablando del diálogo con la vida que analizaba Iván en una entrada anterior. Cada uno de nosotros debe conocer el “aceite” que realmente le carga las pilas, que hace que crezca de nuevo la ilusión: un café con nuestro mejor amigo, ver el mar, detener la vida durante un rato y sacar tiempo solo para nosotros, realizar actos de solidaridad, participar en foros o blogs donde mostrar un poco de nosotros mismos, escribir un diario, ese abrazo o ese beso... se trata de probar, de buscar dentro de nosotros aquello que nos hace renacer, nuestras fuentes personales de la eterna juventud y una vez encontremos algunas... saber con qué personas compartir el poderoso secreto de “alegrarte el día”.

¿Tienes aceite?, si no es así... ¿a que esperas para descubrirlo?... y si lo tienes ¿a qué esperas para compartirlo?

Tienes más poder sobre la preciada felicidad de lo que imaginas.

Emilio

sábado, 13 de septiembre de 2008

Diálogo con la irracionalidad de la vida

La felicidad es ese sentimiento difícil de precisar que desde tiempos remotos han ansiado los filósofos, suspirado los poetas y enriquecido a los que dicen saber enseñar a alcanzarla. Las definiciones del término felicidad varían en cuanto a la subjetividad del individuo y se cuantifica respecto a los instantes en los que se manifiesta.

Si San Agustín diferenciaba distintos momentos en el tiempo, ya Aristóteles, a pesar de su filosofía teleológica (del fin) de la felicidad, precisaba el sentimiento de ésta como instantes irregulares en el aspecto temporal de la vivencia. Por tanto, hemos de aceptar que el ser feliz no es algo constante en nuestro día a día y que la interactuación de mi individualidad con la vida tampoco ha de causarla ya que la irracionalidad domina en ambas.

El transcurso del instituto, de la facultad se presenta como un tiempo pleno en nuestro recuerdo porque dentro de la cotidianeidad de los horarios surgían pequeñas cosas que la rompían, que te hacían sonreír, valorar cuanto te rodea y sentirte parte imprescindible de todas ellas. En ese momento todo encajaba, se obtenían constantes resultados que te acercaban a las metas anteriormente propuestas, aceptabas las derrotas como obstáculos a superar y las esperanzas borraban todo atisbo de imposibilidad y desánimo.

La superación de la facultad es el salto al abismo, a un camino que se forja a través de la incertidumbre de ese día a día que mina las esperanzas, las convicciones, los intentos por alcanzar metas que cada vez quedan más lejanas,…

La separación de aquellos amigos que siguen distintas sendas, la inseguridad del mañana nos hacen refugiarnos en las sólidas paredes del ayer porque olvidamos lo mucho que también nos costó construirlas en aquellos tiempos.

La tristeza del hoy no es la falta de interactuación con la vida sino el vacio que sentimos en uno o varios aspectos de nuestro ser. Esa tristeza proviene de los intentos fallidos que tratan de llenarlos.

No hay que ser conformista ni pasivo en el transcurrir de la vida, no hay que obsesionarse con la búsqueda de la felicidad sino que hay que seguir luchando y comprender que hay fuerzas que se escapan a nuestro control. A veces, hay que volverse hacia la naturaleza, observar, escuchar y aceptar la irracionalidad de los acontecimientos que nos rodean porque como dijo Nietzsche “Incluso el más racional de los hombres necesita volver de vez en cuando a la naturaleza, es decir, a su fundamental actitud ilógica, hacia todas las cosas” (Humano, demasiado humano).
Vanesa

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Lágrimas

El mendigo comenzó a contar su historia al calor de la hoguera:

"Recuerdo infancias e historias de niños, de aquellas ceremonias de alegría en las que el vino mezclado y jarras de cerveza se cedían de mano en mano, recuerdo bien como aquellos niños, en su afán de aparentar ser hombres, trataban de beber lo máximo posible sin vomitar. Para ellos, ser hombre significaba tragar alcohol obligando al estómago a retenerlo."

El medigo hizo un ademan con la cabeza mientras atizaba un poco las brasas con un ennegrecido palo.

"Poco después, ya en la adolescencia, se dieron cuenta de su estupidez. A veces, vomitar era lo más sensato cuando nuestro cuerpo nos lo pide y este hecho poco tiene que ver con la hombría... Ahora de adultos lo hacemos sabiendo que no es tan malo, no perdemos nada ya que no hay nada que demostrar, se da por supuesto que somos hombres y vomitar nos ayuda a dar un respiro a nuestro pobre estómago cuando no puede aguantar más."

Miró a sus compañeros de esta noche, todos escuchaban y ninguno discutiria sus palabras hasta el momento, todos sabían que era cierto.
A veces contaban historias, porque parecía que los cuentos hacían olvidar el hambre. Volvió a centrar su mirada sobre el fuego y su voz continuo tejiendo lo que realmente quería contar:

"Sin embargo, la lección no está del todo bien aprendida cuando la situación se repite en los adultos: pero sustituyendo el alcohol por emociones.
Las emociones que llenan nuestro alma y llega un momento en el que debemos expulsar parte de ellas fuera... momento en el que nuestra alma pide una liberación, y sin embargo no cedemos esta tregua a nosotros mismos, lo que antes tratábamos de obligar a nuestro propio cuerpo a aguantar, acabamos esclavizando para lo mismo a nuestra propia alma y al final el malestar puede ser horrible...

Lágrimas.

Las lágrimas son lo que expulsa nuestro alma, las lágrimas es lo que “vomita” nuestro corazón cuando ha quedado desbordado por una embriaguez de emociones y sin embargo, pocos nos damos cuenta de que es bueno dejar a nuestra alma llorar, pues así podremos continuar disfrutando de las emociones que recibimos, así podremos contemplar el mundo en vez de ocupar nuestra atención reteniéndolas...

Pero hay una diferencia esencial entre lo relacionado con nuestro cuerpo (y el alcohol) y lo relacionado con nuestra alma (y las emociones), al cuerpo podemos obligarle en cierta medida a expulsar aquello que le sobra de lo que le hemos dado, forzar el vomito es tan sencillo... pero las lagrimas tienen un único momento, su momento... y poco deberíamos poder controlar ese instante en el que la primera gota nace de nuestra vista, de nuestros ojos, espejos del alma, y surca su camino hacia la tierra, hacia su caída. Si retenemos el momento, lo perderemos..."

En ese instante se abrió un dialogo entre aquellos desafortunados, y por un momento dejaron de ser mendigos para ser sabios: hablaron de sus experiencias, de las emociones que habían retenido en su interior por tanto tiempo y de sus vidas y no vidas.
Sabios... hasta que el recuerdo del hambre volvió y les vomitó de nuevo a la realidad.

"Si retenemos el momento, lo perderemos..."

Emilio

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Diálogo con la vida

Siento que no soy feliz. No consigo encontrar aquello que me enganche a la vida. No consigo motivación alguna. No consigo ilusionarme con nada. No encuentro forma de reengancharme, de devolver la sonrisa a mi cara y conseguir las fuerzas necesarias para seguir adelante.

Pero empiezo a ser consciente de que algo en mí ha empezado a manifestarse. Creo que ya empiezo a conocer qué es lo que me ocurre: he perdido todo diálogo con la vida, con los elementos y esto está haciendo que me pierda grandes cosas.

Hace ya mucho tiempo, desde que me levantaba hasta que me acostaba estaba interactuando continuamente con los elementos, con el mundo: el sonido del despertador, los libros, las clases, los cafés con los compañeros, las dichosas prácticas de la facultad, las horas de biblioteca, las comidas, mi familia, las largas tardes con mi abuela, el viento golpeando mi cuerpo montando en bicicleta, el canto de los pájaros, el ladrido de un perro, el crepitar de la lluvia al caer, el olor de la naturaleza en estado puro… todo ello era interacción continua, diálogo con las cosas, con la vida. Todo ello, era un continuo reto, una ilusión continua. Cualquier logro, por mínimo que fuera, se convertía en una alegría, en un estímulo.

De un tiempo para acá, me he dado cuenta de que me he cerrado en mí mismo, de que he perdido toda conversación con las cosas y la ilusión de los pequeños retos conseguidos y no he sido consciente hasta que esta situación me ha corroído por completo. Me ha hecho volverme pasivo e inconformista con la vida, esperando cosas que quizá no lleguen nunca. Me ha debilitado y me ha hecho muy inseguro.

Pero esto ya se acabó. A partir de ahora, volveré a sonreir, volveré a conversar con los elementos, con mi vida. Voy a aprender a disfrutar de cada minuto que me ofrezca, de cada pequeño logro que vaya sucediendo. Voy a volver a contar con todo lo que me rodea. Voy a aprovecharlo y a no esperar metas inalcanzables. Voy a hacer que la vida venga a mí en lugar de ir yo a ella. Como bien diría un buen amigo mío, voy a dejar de desquiciar mi vida. Voy a dejarla que me refresque la existencia, que de valor a todo lo que hago sin menospreciar todo lo hecho.

Amigos míos. Si también vosotros habéis perdido el diálogo con la vida, si os encontráis apenados y no sabéis el por qué, si os encontráis infelices, os animo a hacer un parón en el camino y a reflexionar sobre ello. Vuestros corazones os lo agradecerán y os encontraréis a buen seguro un poquito más a gusto con vosotros mismos.

¿Qué hacéis vosotros para mantener el diálogo continuo con la vida?
¿Qué os hace sentiros fuertes y felices en el día a día?
Abro el diálogo porque seguro que no soy el único que se encuentra en esta misma situación y espero vuestras opiniones y vuestra participación, para aprender de vosotros y todos podamos compartir nuestras ideas y experiencias.
Iván

domingo, 31 de agosto de 2008

Silencio

Al escuchar sus palabras no podía creer que fuera verdad todo aquello que estaba diciendo. Nunca pensé que la situación fuese tan grave. Un nudo atenazó mi garganta para evitar cualquier expresión que delatase la turbación que sentía por dentro.

Abrí la boca para intentar calmar la situación, para acallar su miedo que era mi miedo, para decirle que todo iría bien y que solo era un pequeño bache en el camino. No salió nada, ni siquiera recordaba lo que mi mente había acordado hasta hacia un pequeño instante de que sería lo correcto, de lo que esa persona necesitaba escuchar de mí.

En mi interior se debatían las ganas de abrazarle, de mirarle sin que ninguna lágrima cayese por mi rostro, de hacerle saber que el dolor era tan intenso porque más lo era el amor que sentía por él, que solo con pensar en la posibilidad de que nos separásemos me encontraba perdida, que la vida sólo sería un libro con páginas en blanco.

Desvié la mirada. Sabía que podía pensar que le estaba dando la espalda pero necesitaba recuperar el control de mí, de mis pensamientos, de mis acciones para poder darle las fuerzas que necesitaba para seguir. Era incapaz. Mis sentimientos pugnaban unos contra otros, no podía escucharlos, no podía entenderlos porque solo podía prestar atención a un murmullo que los superaba a todos, a un murmullo donde el vacio se convertía en un pequeño refugio dentro de un mundo cruel y vengativo: el silencio.

Miré sus ojos. Se movían nerviosos, buscando una respuesta de mis labios para calmar sus ansias. De nuevo abrí la boca y de ella salió silencio. Entonces entendí que mi alma ya había expresado en ese silencio todo lo que sentía y en ese caos de sentimientos las palabras habían desaparecido hacia largo tiempo. Ya solo quedábamos él, yo y el silencio.
Vanesa

martes, 26 de agosto de 2008

Simplemente canto

Si “Canto a mí mismo” fue el regalo al lector, para que se sintiera incluido y continuara leyéndome, ahora me propongo redactar mi propia poética, declaración de intenciones o de principios, si es que estos son necesarios, que no estoy segur@.

Puedo pasarme temporadas enteras sin escribir una línea. No se trata de falta de voluntad o de inspiración, de tiempo controlado o del archiconocido pánico ante la hoja en blanco. Supongo que en esto, como en todo en la vida, podría aplicarse el dicho aquel de que cada maestrillo tiene su librillo, de hecho muchos llegan a editarlo. Yo sólo sé que no me sale nada, que me sé estéril y que lo único que debo esperar es que dure poco.

A veces, no siempre de igual manera ni con la misma intensidad, algo irrumpe en mi vida, me hace sonreír y me empuja a levantarme de la cama, sentarme ante el ordenador (la mano y la pluma ya no me hacen compañía), y dejar hablar a mi cabeza, corazón o entrañas, simplemente eso, permitirle desahogarse sin prohibirle mentir. A veces, también, cuando por fin se calla, releo lo que está dentro de la pantalla y le riño, menuda tontería, no tiene sentido, salvo para ti o para mí, en cuyo caso, lo elimino y me vuelvo a dormir, aunque sea de día, laboral o vacaciones, da lo mismo. Otras, sin embargo, me sorprendo retocando párrafos atractivos, bien por lo que cuenta, bien porque simplemente suenan bien, completando así toda la calidad que este bien pueda incluir.

Nunca sé cuánto va a durar, cuánto estará dispuesto a utilizarme. Ni lo sé ni me importa. La única condición que le pongo, repito, es que no hable de mí. Como decía en “Canto a mí mismo”, que hable de ti, es otra historia.

Vicky

sábado, 23 de agosto de 2008

La historia, el hombre y el tiempo

Durante largos años había observado la caída de los imperios, de civilizaciones henchidas de orgullo y prepotencia. Se decía que era el devenir cíclico de la historia pero no era sino el devenir cíclico del hombre.

La semilla de la destrucción se hallaba en el interior del hombre y si se diferenciaba de los animales por la palabra y la capacidad creadora era para utilizar éstas como herramientas que sirvieran a ese instinto aniquilador de su alma.

La bondad y la maldad se hicieron necesarias como conceptos manipulables, como términos usados por una Justicia que sustituía la venda por una mirada de sumisión hacia lo más alto. ¡Qué gran descubrimiento fue apreciar que todos los hombres podían ser dirigidos por los deseos de unos pocos individuos! ¡Qué inconscientes por no apreciar que entre el rebaño siempre habrá uno como ellos que conseguirá derrocarlos y sustituirlos!

La ignorancia y la falta de fuerza de voluntad esclavizan a los débiles bajo el yugo de líderes carismáticos. Hasta en los más pequeños núcleos sociales es apreciable el dominio de unos por otros. Pero el saber puede establecer límites y los hombres se distinguirán unos de otros por esa fuerza de voluntad que intentará cruzarlos e ir más allá de la aceptación y la resignación.

Pocos han destacado y destacarán de esa manera pues muchos solo mirarán hacia atrás para acumular libros de historia de los que poco aprenderán sin vislumbrar que tras los actos hay intenciones, deseos, estratagemas, conspiraciones…

A pesar de todo, no se cansaba de observarlos. Estudiaba sus pequeñas victorias, sus peligrosos fracasos, sus técnicas de engaño guardando en sí un cariño por ellos que había crecido con el paso del tiempo; su existencia estaba ligada a la de ellos.

Había cosas que nunca cambiarían y si lo hacían sabría esperar para verlas. Al fin y al cabo no habría historia sin ella. Sonrió manteniendo este pensamiento en su mente y se dirigió una vez más a su inagotable trabajo portando su inseparable amiga, su fiel compañera: la guadaña.
Vanesa

miércoles, 20 de agosto de 2008

27 Puntos suspensivos

Todo comenzó con una mirada aciaga a un futuro cercano
pasando por unos hilos invisibles que nos unen.

A la madrugada los suicidas esperan un nuevo amanecer
mientras los misterios de un alma errante se desvelan.

La rutina se desmenuza en palabras aisladas
y las Batallas se libran dentro de uno mismo, a coro,
cuando es un tercero el ladrón de nuestra voz.

Sueños que confundimos con maravillosas realidades
y en los que dejamos que se formen llaves y puertas que desvelan antigua sabiduría

Viajamos en un tren de almas
dejando tras nosotros desconocidos monumentos

A nuestro paso encontramos una carta donde se desvela la misión cumplida de una vida
y es que cada momento tiene su tiempo
bien nos lo enseña un niño que algún día será adulto
o la locura que lleva al Amor a ser arrastrado por Odio

Buscamos un desierto que descubrir
con esos ojos, tus ojos, que desvelan demasiado de ti
poniendo en tela de juicio nuestro ser y lo que podría haber sido

Las confusiones que arrastran horribles almas
a una despedida en una luna de sabor a sal

Por suerte siempre quedará la imaginación
que nace de las visiones que cada cual sufre con sus ojos
atraviesa con nosotros momentos desesperados
hasta preguntarnos por una eternidad
que otras razas de fantasía han conseguido dominar
y otras preguntas sin respuesta a las que llegar.

27 puntos suspensivos, con este 28… ya solo quedan 972

Gracias a todos los que os paseaís por estos retazos.
Gracias a todos los que lo habéis hecho posible.

Emilio

sábado, 16 de agosto de 2008

¿Qué es el arte?

Es enunciar la pregunta por el significado del arte y mi memoria retrocede buscando los recuerdos de aquellos días de seminarios en la facultad.

Hora: 16:30. Curso de doctorado. Tema: estética. Pregunta: ¿Qué es el arte? Sorpresa: dos compañeros de carrera que repetían por mero placer la clase en la que ya habían participado un año anterior.

La respuesta a la pregunta carecía de interés: todos los textos hasta entonces estudiados la trataban desde distintas perspectivas sin poder dar autoridad a una sobre otra si la pasión del lector no intervenía a favor o detrimento de ellas.

Mi curiosidad se centraba en esas dos personas que pugnaban desde hacía años por agradar a un profesor que toleraba sus pretensiones de sabiduría con cierto pasotismo sin decantarse por ninguno. En múltiples ocasiones llegué a pensar que oía sin escuchar para deleitarse al final con una tercera argumentación que conseguía enmudecerlos al menos unos instantes (para el descanso de todos los presentes).

Al empezar el diálogo entre ambos pensé en todo el daño que había hecho una profesora años antes en esos dos compañeros que, hasta su entrada en la facultad, no sabían nada acerca de las llamadas lenguas muertas. Dicha profesora insistía en la importancia de las etimologías, del significado de las palabras en sus estructuras originales. La parte que estos no entendieron, o al menos ignoraron, fue la validez de estos en autores griegos y latinos pero la imprecisión en muchas de esas palabras tras la evolución del lenguaje a lo largo del tiempo. Por tanto, la conversación dejó de tener aplicaciones en contextos para iniciar una discusión carente de sentido y adornada por innumerables citas que ambos habían aprendido anteriormente con la esperanza de introducirlas en una conversación futura. Aún me pregunto si entendían el contenido, el uso y el propósito que cada autor quiso otorgarlas.

A cada momento el tono de la discusión calentaba el ánimo de los debatientes. En esos instantes, cuando ya había asumido que no se quedarían mudos, que una intervención divina no sucedería y que no quería penalizaciones en mi expediente, observaba con curiosidad al resto de personas que se habían equivocado en la elección del seminario.

Mientras que unos se dedicaban a la decoración de sus folios, otros lanzaban miradas asesinas a los contertulios y miradas suplicantes al profesor, otros buscaban sus relojes interrogándose cuánto más habría de durar la tortura y, quedaban mis favoritos, los que se reían en silencio de sus palabras sabiendo que cada una de esas argumentaciones no tenían validez alguna; todo esfuerzo por destacar solo demostraba una ignorancia velada por la prepotencia y el orgullo.

El seminario concluía sin respuesta alguna. Por qué unas personas que estudiaban con ahínco las citas de los clásicos negaban la cita socrática “Sólo sé que no sé nada”. La respuesta se reflejaba en la soberbia de sus ojos: no comprendían la necesidad de empezar a construir una casa por sus cimientos porque el aprendizaje constante había sido sustituido por la creencia de un conocimiento pleno innato.

Tras abandonar la clase solo podía pensar en todas esas tardes de facultad en las que siempre habría alumnos cuestionándose el significado del arte o cualquier otro asunto. Desconocía la cantidad pero deseaba no volver a padecer ninguna a pesar de saber que era una situación demasiado frecuente en las aulas universitarias. Pero, ¿hasta cuándo habríamos de sufrirlos?...
Vanesa

miércoles, 13 de agosto de 2008

El fuego y la vida

El fuego y la vida.
Aquel que busque felicidad en la vida la encontrara
Aquel que busque alegría en el fuego la hallara.
Para aquellos que no utilizan el fuego como luz, pues sus ojos se adaptan a la oscuridad
para aquellos que no utilizan el fuego como calor, pues su piel resiste el mas helado de los fríos
el fuego es mas que todo esto, pues conocen el verdadero poder del fuego.
Para ellos, el fuego es alegría, es amor, es un símbolo
Para ellos, el fuego es vida
Para ellos, fuego significa alma

Las llamas brillaban en la oscuridad, multitud de pequeñas hogueras invadían la pequeña aldea y decenas de hombres y mujeres bailaban a su alrededor. Sus cuerpos, esbeltos y de corta estatura, sus rasgos, delicados y vivos, sus movimientos, ágiles y hermosos, los daban a conocer como una de las razas mas bellas de todos los reinos. Pero aquellos elfos, que es así como les nombran las razas exteriores, no vivían cerca de ninguna sociedad, parecía como si hubieran nacido en el bosque junto con el resto de plantas y árboles, junto al resto de los animales y sus únicas leyes eran sus tradiciones, y su mas importante tradición era ser felices, no tenían complicados juicios ni estructurados sistemas de jerarquía, probablemente porque no la necesitaban. Cada uno era feliz realizando su trabajo y viviendo cada día. Los guerreros disfrutaban mas entrenando a sus compañeros que luchando en batallas, y el líder disfrutaba cada momento de paz en el que vivía su pueblo llenándolo de fiestas y bellezas, habían aprendido algo que aparentemente a los pueblos exteriores les costaba comprender, las épocas de guerra son sinónimo de tristeza. Incluso para aquel pueblo que celebraba alegremente los funerales, la guerra, la lucha, era el único símbolo de amargura y siempre venia traído por seres del exterior.
Por lo tanto el único rito que venia acompañado por lagrimas de tristeza era el de inicio y termino de una guerra, incluso a pesar de haber vencido sin recibir bajas.
Sin embargo en aquel momento no había ninguna batalla al acecho y en ese día la felicidad era grande, aun mas grande de lo que seria normal, pues venia acompañada por la celebración de un nacimiento, la venida de una nueva vida había sido anunciada por las estrellas y el shaman la había anunciado al pueblo. Esa noche se produciría el alumbramiento del hijo de Caliria y Danael. La celebración se había unido a la fiesta de la primera lluvia del año, que aun estaba por llegar, pero que muchos habían predicho para hoy.
En la oscuridad la música volaba y el fuego bailaba con los cuerpos de jóvenes, niños y adultos, que reían con entusiasmo, llevaban toda la noche bailando, pero parecía como que sus risas y cánticos ahuyentaran al cansancio. Pronto amanecería.
La mujer envuelta en sudor era ayudada por su esposo, ambos guiados por el shaman el cual les cedía su sabiduría. Poco a poco una tenue luz fue invadiendo la cabaña construida con maderas y cuerdas, sin embargo ninguno de los tres elfos pareció darse cuenta. El momento final del parto estaba cerca, el shaman daba ordenes directas a Danael mientras hablaba con una voz enormemente tranquilizadora a Caliria, la cual había comenzado a llorar por el dolor, por el intenso dolor. Danael trataba por todos los medios de permanecer sereno pero sentía como poco a poco sus nervios le iban debilitando y llego a pensar que iba a perder el sentido. Sin embargo cuando vio que la pequeña cabeza de su hijo comenzaba a aparecer entre las piernas de su mujer olvidó instantáneamente todo el cansancio, todos los nervios, toda su preocupación y le ayudo a salir tal y como le habían enseñado en los preparativos del parto, sin embargo nadie le podría haber explicado lo que sintió cuando sus delicadas manos ayudaron a su hijo a nacer. Ninguna canción ni poesía podría haber expresado aquello. Danael comenzó a llorar de alegría mientras hacia que su hijo aun cubierto por una fina tela de sangre, llorara con un pequeño azote. El lloro del niño hizo que la música y los cánticos cesaran. Todo quedo en silencio, únicamente el crepitar de las llamas acompañaron a los primeros lloros de aquel bebe. El padre lavo al niño en una palangana de agua y después lo cedió al shaman para que lo presentara al resto de su pueblo.
El shaman salió de la pequeña cabaña con el niño entre sus brazos. Rostros sonrientes permanecían atentos al culmino del ritual. El shaman se acerco al gran árbol y cogió la semilla, después fue al lugar que habían elegido para aquel nuevo elfo y con el bebe en uno de sus brazos, sembró aquella semilla en la sagrada tierra. después se giro hacia el pueblo, todos esperaban a que le alzara por encima de todas sus cabezas para que el cielo pudiera observar mejor al recién nacido, y miro al niño. Su cuerpo era grande y pesaba mas que un bebe normal elfo, el pequeño entorno sus ojos y mostró una ligera sonrisa mientras una gota de lluvia caía desde el cielo en su frente.
El shaman levanto la vista al cielo. Cayeron una gota, dos, cien, mil. La lluvia era fuerte.
Observó a su pueblo, era la primera vez que recibían la primera lluvia sin cánticos ni bailes, y sonrió.
Y tras todo ello levanto con sus dos manos al niño por encima de su cabeza, por encima de todas las cabezas, entre gotas de lluvia. La aldea estallo en gritos de jubilo, la música volvió, los cánticos resonaron y los bailes regresaron. Las gotas de lluvia apagaron los fuegos y el sol poco a poco fue haciéndose sitio en su cielo. Entre árboles y troncos se formaron preciosos arco iris y el humo del fuego apagado formó imágenes mientras ascendía hacia el cielo que derramaba agua.
El shaman devolvió el niño a su madre diciéndola:
“ Aquí esta tu hijo, al cual llamaras ArcoIris, futuro arquero de nuestra aldea, futuro gran arquero”

Y todos continuaron bailando y riendo, pues para este pueblo, el agua también era símbolo de alegría.
Emilio

sábado, 9 de agosto de 2008

La respuesta

Jugué varios minutos con el tenedor en la ensalada pensando en algún modo de salir de la situación en la que me encontraba. No podía mirarle a los ojos pero sabía que estaba impacientándose por mi actitud.

Sabía lo que tenía que decirle; cada palabra había sido ensayada minuciosamente delante del espejo y aún así dudaba de si era una respuesta. ¿Realmente creía en el contenido de ese discurso?, ¿sería bastante para él? No lo sabía, pero confiaba en que sonase con la suficiente seguridad para poder escapar de sus influencias, de la tentación que suponía aceptar su ofrecimiento.

Un leve movimiento de sus manos me sacó de mi ensimismamiento. Era el gesto que invitaba a hablar, a expresar todo aquello que debía decir sin saber si lo sentía o no, a enfrentarme a mis miedos olvidando las represalias por ello.

Un escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo. Pensar en su rostro me producía una mezcla de repulsión y fascinación que difícilmente podía explicar.

-“No puedo aceptar su proposición.-no podía creer que fuese mi voz; las palabras iban arrastrándose una tras otra de forma mecánica, sin entonación. Me obligué a continuar-Sin duda es una oferta generosa pero dista ampliamente de mis propósitos de futuro. Estoy segura de que sabrá encontrar una candidata con mejores cualidades que las mías, una persona que sepa disfrutar de su compañía y se deleite a su lado de todos esos viajes que le están aguardando. Disculpe las molestias que le haya podido causar durante su espera a mi respuesta y espero que sabrá dispensarme de mi negativa”.

Respiré profundamente para recobrar el aliento y para enfrentarme a su ira pero…de sus labios surgió una pregunta.

-“¿Está segura de su respuesta? Porque si es así, no habrá una segunda oportunidad para volver a formular la pregunta”.

Intentando mantener la serenidad, negué con la cabeza.

-“Muy bien. No olvide que habrá de enfrentarse con las consecuencias de su decisión que serán mayores con cada paso del tiempo; se irá marchitando y perecerá al ritmo que este le marque. Cuídese, ya sabe que habitan muchos peligros en la noche…”. Esbozó una sutil sonrisa, deleitándose en la pronunciación de cada palabra, pero yo solo podía ver el brillo de sus dientes, la agresividad de sus formas…

Tras esa velada amenaza desprovista de emoción alguna, desapareció y el reloj de arena continúo su camino año tras año. A veces pienso que fue un sueño o una pesadilla, según se mire; nadie puede ofrecerte el don de la inmortalidad. Es entonces, cuando mis dedos tocan las dos pequeñas cicatrices dibujadas en mi cuello y pienso ¿o tal vez sí es posible?...
Vanesa

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ambiente enrarecido

Un extraño silencio invadía la casa. No era un silencio completo, se escuchaban sonidos provenientes del patio de luces y algún murmullo y suspiro desde la cocina… era un silencio incompleto que podía sentirse dentro de los huesos.

“¿Por qué no me levanto y voy a pedir disculpas?”

En esta ocasión el paso a dar estaba claro. No había dudas de cuál era, ni de quién debía darlo. El peor hijo frente a una buena madre… el causante del dolor era fácilmente reconocible.

La puerta se abrió y entró el padre. Un saludo y pocas frases banales en tono distendido, incluso amigable. Tras esto se dedicó a realizar sus quehaceres o quenohaceres diarios. El escaso ruido que producían los clics del ratón no podían romper este extraño silencio, que navegaba por las venas… un silencio difícil de escuchar para alguien o algo ajeno… pero que al hijo le estaba volviendo loco y a la madre la obligaba a llorar.

“Debería salir de este lugar, dejarles en paz de una vez. El único camino para su felicidad es que yo no este aquí”

Y esa frase no carecía de verdad. Él era el que sembraba disgustos y recogía lágrimas, él no se preocupaba de nada más que sus asuntos, aunque a veces sus asuntos fueran tan nobles como “cambiar el mundo” o “ayudar a los necesitados” pero había desertado de su tiempo cualquier contacto con su familia.

Vivía en su misma casa… pero no estaban en su vida.

“Diré: lo siento. Y ella responderá: a buenas horas. Y mi humillación no habrá servido para nada”

Estaba claro, esta vez debía contemplar la posibilidad de que nada se arreglara. Tal vez, ni si quiera en el corazón de una buena madre, hubiera perdón para él.
Pero seguir como tal cosa, como si nada hubiera pasado… era una idea tan cruel, incluso para él. El peor hijo no podía hacer algo así… o sí. De hecho estaba la opción más retorcida, la más malévola, seguir como si estuviera enfadado con ella. Como si el daño que sufría fuera culpa de la madre. Apretar las tuercas hasta que ella diera el paso, aunque no sabía muy bien hacia donde…

“Es el momento…”

Ruido en la cocina… silencio en la casa…

“Sea lo que sea que tengas que hacer, hazlo ya.”

Y en la mente del peor hijo se fue formando un discurso:
“madre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo…”

No llegó a abrir la puerta de la cocina. Volvió a su cuarto… una característica del peor hijo era, sin duda, el miedo.

La puerta se abrió. Era la madre:
“Vas a comer o si no recojo la cocina”
La respuesta:
“Sí… sí, voy a comer”

Ruido en la cocina…
“¿Por qué sigue calentándome la comida?”

“Ve a comer”
Sonido lejano… pero ninguna palabra de ella rompería el extraño silencio, o mejor dicho… lo repararía.

Ahora él estaba seguro… todo podría ser igual que antes si dejaba correr el tiempo.

Suspiros en el cuarto de al lado.

“Será mejor que coma”.

Con la barriga llena las fuerzas vuelven y al pasar por el salón se pudo escuchar:
- Siento mucho lo que pasó ayer
- Vale
- De verdad, lo siento
- Vale, que quieres que te diga.

Y mientras cada uno marchaba por su lado el silencio enrarecido seguía empapelando la casa de un color muy diferente al de un hogar.

“Por el bien de todos… debo salir de aquí”
Emilio

domingo, 3 de agosto de 2008

Perspectivas

Me está poniendo muy nerviosa, no lo soporto, alzo la vista y ahí está, la bajo y lo siento en la nuca, guiño un ojo y se mantiene en el otro, los cierro y vuelvo a abrir y no desaparece, y eso la mirada, el olor es peor, ¿es que no se ducha?, humanidad, qué asco, ni los cerdos huelen así, debería haber un detector de salubridad en la entrada, luego dicen, mucha tecnología, mucho control pero lo más elemental se lo pasa todo el mundo por el forro de los.. ag, ni mencionarlo puedo, seguro que la mayoría viene de ahí, si es que lo lleva pintado en la cara, cochino y obseso, fijo, aunque seguro que no se come ni una rosca, qué asco, repito, si es que tiene que resbalar, puedo ver las gotas cómo se resbalan desde aquí, o las oigo, entre carraspeo y carraspeo, voces susurradas y ronquidos disimulados, qué voz más desagradable, cualquiera diría que es Joselito, voz de niño en nuez de hombre, y me repito, lo sé, pero lo peor no es eso, lo verdaderamente inaguantable es que encima se haga de notar, podría quedarse quieto y fusionarse con la pared, perderse por la ventana, ser una estatua maloliente, pero estatua al fin y al cabo, pero no, no para, que si cojo esto y dejo aquello, que si raspo, que si saco, que si meto, que si me levanto, que si me arrepiento, que si me incorporo un ángulo de treinta grados, que si me acerco la mano, que si me la saco, mejor no pensar para qué, aunque da igual, ya lo veo, ya lo huelo, casi lo toco, qué guarrería, y me mira, que sé que me mira cuando lo hace, que otra cosa no, pero a mí no se me escapa ni una, se pensará que soy tonta, cualquier día me levantaré y le diré, a ver tú, qué pasa, tío, pesado, tengo monos en la cara o qué....

Pues yo creo que le gusto, me mira demasiado, no se concentra, hace como que se ajusta las gafas para disimilar, pero qué mal lo hace, y eso que no sé, no me acaba de ir, la raya perfecta, la ropa a juego, para hacerse notar, se creerá que va a la piscina del club de campo o qué, luego dicen, aquí hay que venirse cómodo, sino para qué, yo no me vengo en pijama pues porque todavía estará ahí pegadas las legañas, qué tontita es, por dios, y eso que está buena, que si no, cualquiera, será de las que se pintan el ojo para venir aquí, carpeta de marca y zapatos de tacón cuando toca, luego dicen, acceso restringido, joder, que aquí se viene a lo que se viene y no a lucir palmito, parece mentira, si algunas no superan la infancia, ay, qué bolis tan bonitos, sí, ya ves, me han costado tres euros pero qué colorido, como si los adictos al bic fuéramos unos mendigos, si es que si no yo no puedo, no me concentro, jejeje, nos vamos a tomar un café, no, y toc toc toc, marcando territorio y desapareciendo entre tía, o sea, tía, uff, qué paciencia, madre, qué paciencia, pero lo peor, repito, es que no deje de mirarme, si es que me dan ganas de golpear la mesa con el puño, se acabó, arrastrar la silla hacia atrás, si se hace, se hace bien, e ir y decirle, a ver tú, tía, pija de mierda, se puede saber qué te pasa conmigo, aquí se viene a lo que se viene, o tú que te has creído, niña...

Junio universitario. La biblioteca.
Vicky

jueves, 31 de julio de 2008

El desafío

Observó con detenimiento todo cuanto a su vista se ofrecía. El suelo formaba sinuosas ondas brillantes bajo la inexpugnable mirada de un sol carente de piedad. No había sitio donde escapar de sus rayos, no había esperanza para nadie que se adentrase en su territorio.

Alzó la mirada protegiéndose los ojos con las manos y pudo apreciar la inmensidad del terreno que lo rodeaba. Solo numerosas dunas rompían el equilibrio del paisaje, semejantes a pequeñas montañas de crema, dulce para la visión, reconfortantes para el ojo del viajero inexperto; pero él sabía que era una trampa mortal. La Bruja de las Dunas sabía ocultarse en su territorio pero mejores eran sus técnicas de castigo para aquellos que desafiasen su autoridad. Lo sabía muy bien.

Desde que tenía uso de razón recordaba las innumerables pruebas que había de superar. El capricho de la Bruja dictaba el día tras día para los que debían de padecer bajo el mandato de su tiranía y su naturaleza rebelde no ayudaba a escapar de todas sin castigo.

Mientras reflexionaba cuál debía de ser su siguiente paso, unas voces susurraban desde la lejanía una especie de canto que le era familiar pero que no conseguía entender. Intentó prestar atención pero para entonces las voces habían callado. Era un aviso.

Debía estar alerta, en cualquier momento podría suceder lo que tanto temía. Sabía que hacía poco había podido escapar indemne de aquella espesa selva a la que había expuesto su vida hacía tan poco tiempo. El factor suerte fue clave pero no podía confiar siempre en él.

De su espalda descolgó el tridente que siempre le acompañaba en todos los viajes para adentrarse en las profundidades arenosas del desierto.

La tensión de sus músculos empezaba a ser dolorosa pero no podía bajar la guardia en ningún momento. A medida que avanzaba sintió como el suelo empezaba a moverse bajo sus pies y fue entonces cuando supo que esta vez no había escapatoria…

Levantó la vista y allí estaba: la Br….su madre le estaba recriminando por tercera o cuarta vez que dejara de jugar con la comida y acabase de una vez con el puré de patatas; ya había tenido bastante con el plato de verduras de ayer….

Y, una vez más, nuestro intrépido héroe se vio obligado a crear una estrategia que le permitiese escapar del dominio y crueles leyes de la Bruja….
Por los buenos momentos que me dieron Calvin&Hobbes
Vanesa

lunes, 28 de julio de 2008

Un adiós

La danza era hipnótica. Millones de llamas danzarinas refulgían en la oscura superficie del Mar. Se mecían con precisión, lentamente, deleitando la atenta mirada de la Luna, la misma que desnuda la profunda noche de las aguas. Es una mirada de tristeza, de añoranza, de frustrado deseo por su proximidad pero desesperante lejanía. La Brisa es la tortura en sus sueños, sólo ella acaricia con suavidad a su amor y de su abrazo desprende esa melodía que consigue adormecer su alma.

Lo sé, la entiendo porque su dolor es mi dolor, su soledad es mi soledad y mi amor…….mi amor permanece en algún lugar de la inmensidad del suyo.

Cierro los ojos. La Luna, el Mar, la Brisa, la armonía de los sonidos, yo….se funden en un todo, no hay formas, no hay temor, no hay tiempo,….

Oigo susurrar con dulzura que ha llegado el momento. Salgo de mi ensimismamiento, la miro y asiento. No puedo alargarlo más, ella lo sabe y en su mirada puedo ver que se compadece de mí, de mi sufrimiento. La sonrío con agradecimiento porque estará a mi lado, me mostrará el camino y cuando tome su mano la pesadumbre desaparecerá.

Lentamente me incorporo frente a la Luna, nuestros caminos se separan pero quiero que sepa que perdurará en mi recuerdo. Mientras la contemplo avanzo paso a paso hasta que el suelo se desvanece para ser acogida en la inmensidad de las aguas.

El silencio no logra acallar mis pensamientos. Por primera vez la desesperación hace presa en mí, cientos de cuestiones se agolpan en mi mente sin control y todas las respuestas que surgen dudan de poder encontrarte………entonces la dama portadora de la guadaña me abraza con firmeza para transmitirme su fuerza, para instarme a abrir los ojos y ver que permanecías allí, aguardando mi llegada. Una sonrisa exhala el último resquicio de vida mientras tus brazos invitan a una nueva.

Nada ha cambiado. La superficie del Mar sigue salpicada de esas llamas danzarinas, la Brisa continúa meciéndolas a su son y la Luna…….la Luna sigue iluminándolas, aferrada a su mutismo, a su dolor, a su amor, a la infinitud de los tiempos…
Vanesa

viernes, 25 de julio de 2008

Linda


- ... yo siempre la mantengo encerrada en la cocina, se podría decir que esa es la única parte de la casa a la que ella podría llamar hogar, pero es que me pone negro verla de un lado para otro molestándome, buscando carantoñas, me dura dos ostias, la primera para que aprenda cual es su lugar y la segunda para calmarla cuando abre la boca y que se la ocurra enseñar los dientes...
- Joder, te comprendo perfectamente, si yo tuviera una la trataría igual que tu, la mano dura parece ser lo único que entienden
- La verdad es que si... hay que enseñarlas bien al principio porque si no luego se creen que pueden hacer lo que quieran, lo mejor es que aprendan, desde el primer momento en que la tienes, quien es el que manda en tu casa y que debe respetar cada una de tus ordenes como la puta iglesia obedece a su Papa.
- Así se dice, que no se lleven a engaños, demostrar quien lleva los pantalones, ¿verdad?
- Si, se podría decir así. Pero lo que más me jode, es que cuando la llevas de paseo hay que tenerla atada en corto porque sino se le van los ojos a todos los culos que pasan cerca.
- Si es que todas son unas putas y cuando se juntan no hay quien las aguante
- Ah, yo en eso no tengo problemas, el único momento que la dejo libre es cuando la dejo un rato con sus amigas pero siempre vigilándola por supuesto, no me vaya a preparar alguna.
- Y, ¿hace cuanto que la tienes?
- Pues hará tres años, más o menos
- Ostia... a eso se le llama amor... ¿cómo se llama?
- Ja ja, Linda
- Ja, un precioso nombre... y ¿cuál ha sido la mayor paliza que se ha llevado la preciosa Linda?
- Si, ja ja, la recuerdo perfectamente, se escapó de casa y cuando la encontré, tiritando y agazapada en un callejón, la di tal somanta de palos que la hice comprender que en ningún sitio estaría como en mi hogar. Y ha sido la primera y última vez que me la ha preparado así..
- Joder, la verdad es que en cierta medida te envidio pero no me veo a mi mismo con una.
- ¿Cómo que no?, joder, si te cansas pues la dejas tirada y ya esta, y mientras tanto te hace compañía, que nunca viene mal.
- Ya pero a lo mejor luego te vienen esas instituciones que las protegen y también está la ley... ¿no es un lío cojonudo todo eso?...
- Pero que dices, si mantienes un poco de intimidad nadie se va a enterar, ¿a quién le va a importar que la des de ostias o de cómo la trates a estas alturas de la vida, en esta sociedad nuestra? ... además, tampoco la trato tan mal... y si lo hiciera, por supuesto que ella no va a confesar, jajaja, te lo aseguro... y si eso la cierro la boca y no hay mas que hablar, jajaja.
- Si bueno, tienes toda la razón, no sabes como te envidio... pero la verdad, es que eso de casarme...
- ¿Casarte?
- Si joder, Linda y tu estáis casados, ¿no?
- ¡Pero que dices!, ¡Linda es MI PERRA!
- ¡Ostia!... no jodas, ¡como tratas al pobre animal, tío!. ¡¡¡Eres un puto bestia!!!.
Emilio

martes, 22 de julio de 2008

Si

Si fuera un egoísta inmisericorde me irían mejor las cosas, estoy seguro. Para empezar, proclamaría a los cuatro vientos mi intención de ser el eterno estudiante con el fin siempre alabado de convertirme en un hombre de provecho. Provecho propio, evidentemente, aunque esto último me lo callo, y en su lugar acudo a mi cuidada oratoria, humilde y efectiva, para justificar mis propósitos. Por ejemplo, decir que la vocación de uno es entregarse a los demás emociona a las abuelas, te reconcilia con los amigos y además sirve para ligar. El kid completo, vaya.

Después, cuidaría mi aspecto físico. Las trazas de hippie moderno pero sano, ecológico pero con estilo, me asegurarían ser invitado a todas las fiestas y me ayudarían a consolidar mi imagen de hombre comprometido. Además, me ahorraría un buen dinero, que dedicaría, sobra decirlo, a cervezas baratas (bebida de estudiante, económica pero abundante) y a un porro de vez en cuando. Tabaco no, gracias, que ya se sabe que es malo para la salud y no está de moda.

Renovado por dentro y por fuera, me mostraría al mundo como un tío enrollado que habla con todo el mundo, propone aventuras, cuenta anécdotas graciosas que cautivan la atención de los oyentes. Eso sí, sin pasarse. Es una tarea ardua y lenta, esta de seleccionar qué, cómo y dónde relatar las experiencias, así como se necesita un tacto y un talento especial para saber escaquearse en el último momento, sin ofender a nadie y a ser posible, despertando cierta lástima.

Si fuera un egoísta que va por la vida acompañado por los otros pero que sólo hace caso al hombre que siempre va consigo; si fuera así, sería un triunfador nato, admirado por todos y por mí mismo, feliz ante lo pasado y despreocupado respecto al futuro.

Quizá llegue un día en que alguien o la vida me quiera enseñar a ser así. Hasta entonces continuaré dialogando con el espejo los sábados de madrugada, cuando tambaleante, borroso y apestado, le digo a mi tocayo, “tío, por si no te lo había dicho, que sepas que eres un pringao”.
Vicky

sábado, 19 de julio de 2008

En tus ojos

En tus ojos puedo leer todo lo que tus labios se niegan a decir. No lo niegues ni apartes la mirada porque sólo consigues confirmarlo.

Tus ojos expresan miedo, miedo por fracasar en todo lo que te propongas, en ver morir tus sueños antes de empezar a darles formas, a decepcionar a aquellos que confían en tus posibilidades, a mentir para esconderte en ti, a callar cuando tu alma pugna por gritar en el encierro a la que la sometes…

Tus ojos expresan indignación, indignación por los que no saben luchar, por los que ignoran sus sueños convencidos de la pérdida de tiempo que les supone, por los que expresan sólo aquello que tus oídos quieren escuchar, por los cobardes a ser sí mismos, por los que guardan silencio cuando piden a gritos ser liberados de sus cadenas…

Tus ojos expresan confusión, confusión cuando tu miedo y tu indignación luchan por someter una a la otra, por no saber si te destruirán en su ansia de victoria, por no comprender que el dominio de ambas proviene de ti, por justificarlos como fruto de un mundo que te supera y al que eres incapaz de adaptarte…

Mis ojos te miran para expresar la tristeza que me causa tu estado, mis labios expresan lo que tus ojos cuentan pero tu corazón no escucha ni lee las miradas porque hace tiempo que murió ahogado por el miedo, por la indignación, por la confusión…
Vanesa

miércoles, 16 de julio de 2008

Compro...

COMPRO desierto. Espacio donde poder vagar y perderme, con amplias vistas a la soledad. Es imprescindible la garantía de que esconde un gran secreto en él y que nadie aún lo haya descubierto. A ser posible, como buen desierto, soleado hasta la llegada del resto de envidiosas y descaradas estrellas y que su luna nazca y muera acompañada de un manto de frescura. Desierto con dunas, que no dudas, formadas a través de los años, grano a grano, brisa a brisa, escultura uniforme nacida de las caricias de la mano de un Dios que decidió no compartir ese lugar con el resto de su creación. Con un pequeño oasis donde poder descansar y reponer fuerzas, pero sin cobertura. Desierto donde poder ver todos los espejismos que se anclan en mi corazón y demostrarme que solo son eso, imágenes de mi deseo. Un lugar donde poder encontrar la verdad, un lugar donde poner en punto suspensivo a mi esclavitud. No olvidar las tormentas de arena que cieguen mi alma y me hagan sentir un terrible pavor. Tampoco la quietud y semejanza que me impresionan con ese sentimiento desesperado de haber pasado tantas veces sobre mis propias huellas. Abstenerse desiertos compartidos o de alquiler.
Un desierto para mi, que me muero de sed en este mundo...

Compro un desierto donde, al menos, morir de sed tenga sentido.
Emilio

domingo, 13 de julio de 2008

Epístola

La distancia supo aliviar mi alma con el simple gesto reintentar reconstruirla con los pedazos que aún yacían dispersos en un valle que, hasta entonces desconocía lo que era la oscuridad. Los recuerdos que sobrevivían se transformaron en grotescas muescas que no permitían discernir lo agradable de lo doloroso, lo que pudo parecer bueno y desembocó en sombras donde no había respuestas a un simple por qué.

No, no permitiré que me venzas, todavía el telón no ha caído. Es hora de dar a conocer un yo que se ocultaba en los rostros de los demás; es el momento de subir de la caverna en la que había estado subsistiendo pues todo quedó en cenizas. El fuego se ocupó muy bien de cumplir la obra que le mandaste, tan bien lo hizo que puedo con el profundo lazo que me unía a ti momentos antes de perder la consciencia.

Amor, Amor, Amor… es curioso pronunciar tu nombre y no sentir más que aversión por algo que llegué a creer que me pertenecía. Sí, el Amor que defienden los poetas no es más que una composición de letras que colma las ilusiones de las personas para luego romperlas cuando han probado la dulce miel del fin anhelado.

Yo, hijo repudiado, lucharé hasta derrocar tu altanera sapiencia amatoria para que pruebes el rencor de gente semejante a mí en el momento en que se tornen para darte la espalda. Sólo será para que sientas lo que todos padecemos cuando perdemos el favor de estar en tu caluroso y lujurioso regazo.

El Odio, eterno enemigo tuyo, me adoptó sin condiciones previas. No fue él quien consiguió que mi corazón tornase a fría piedra de cristal, no fue él quien lo destruyó por un absurdo capricho ni tampoco fue él quien le dirigió una dura mirada de desprecio. Bien sabes que fuiste tú, divina Afrodita, tú, codiciado manjar de los mortales a quienes manipulas para apropiarte de lo mejor que poseen y tirar después el envoltorio que los cubre. Sí, a ti te acuso, portadora de engaños, proveedora de felicidad y consuelo para aquellos ojos que lloran, para aquellas bocas que no conocen lo que es una sonrisa, para quienes no saben lo que es ser querido….

Mis ojos aún siguen mojándose en las tinieblas en las que están condenados pero, no es por ti, sino por el dolor que me causa verme, por no tener motivos para seguir luchando por algo inalcanzable para pobres mortales como yo.

El orgullo me domina, el odio me hace sentir vivo y sólo alcanzaré alto semejante a la felicidad cuando perezca por la miseria que me causará darte muerte.

Ya puedo ver la luz que señala el camino que conduce al tuyo, a tu final. Será entonces cuando podré darte lo que nadie se atrevió a ofrecerte nunca aunque, para obtenerlo, tengas que sufrir, con o sin consentimiento, la marca del rígido dedo de la justicia, a la que tú llamarás venganza, dictando tu pena de muerte y cumpliéndola al cortar los hilos que rigen tu vida.

No te preocupes mi Amor, que yo estaré contigo para que juntos caigamos en un abismo en donde ni el propio Orfeo conseguirá sacarte en lo que reste para el final de los tiempos….
Vanesa

jueves, 10 de julio de 2008

Yanapu (II)


[Pulsa aqui para leer la primera parte]
...
Escúchame pequeño Yanapu, pues un gran tesoro estará en juego encerrado en un cofre de miedos y enterrado bajo la montaña de las dos vidas.

Y así es, el miedo atrapa al tesoro, conocerás el miedo a tantas cosas que no imaginas, el miedo a sufrir, miedo a equivocarte, miedo a no ser libre, miedo a hacer el bien, miedo a la felicidad, miedo al cambio, miedo a perder lo que tienes y a perder lo que no tienes, miedo a morir, miedo al miedo.

Y así es, dos vidas cubren el tesoro ya que tu vida esta dividida, descubrirás que tu mano izquierda esta sucia tras construir mientras tu mano derecha esta manchada por destruir, que tu lengua es viperina y dos son tus voces, que tu mente y tu corazón están luchando dentro de ti y no temen hacer urdimbres y engaños, y que tus pies pisan, cada uno, un río distinto.

Aquí esta el gran enigma: Vivir una vida incompleta manteniendo las dos mitades o vivir una única vida, una existencia completa tras abandonar una de ellas.
Todo esto te lo muestro con una única intención: que puedas decidir, que sea tuya la decisión y que nadie mas que tú sea el que la determine.

Solo un consejo puedo darte, Yanapu:
“Será necesario este momento, no luches contra lo inevitable. Agota tus fuerzas en el único esfuerzo que merecerá la pena hacer: ser uno contigo”

Y una vez que pase ese día notarás que dentro de ti esta la fuerza para vencer tus miedos, pues ambos son hijos de tu corazón y tanto el miedo como la fuerza deben ser cuidados.
Y verás cómo se construye un mundo nuevo, como aparece el amanecer tras la mas oscura de las noches, como la vuelta a la vida de la mariposa tras dejar atrás su ataúd de cera, como el estallido de color de una flor tras abrirse su capullo.

Pero en el fondo de tu ser sabrás perfectamente que nada habrá cambiado, el mundo seguirá siendo el mundo, como la luna continúa siendo luna aunque pase por diferentes formas y el sol seguirá siendo sol aunque este invisible tras aquellas nubes, y el mar seguirá siendo mar más allá de sus mareas... nada cambiará excepto una parte de ti:
tus ojos

Entonces joven Yanapu, y sólo entonces, serás adulto y dejarás de ser el “pequeño Yanapu”. Hasta ese día mas te vale que obedezcas... así que termínate de una vez la sopa, lava bien los platos y ponte con los deberes. ¿De acuerdo, Yanapu?
Emilio

lunes, 7 de julio de 2008

Yanapu

Llegará un día en tu vida, joven Yanapu, que todo lo que conoces habrá desaparecido como el sol cuando llega la noche, como la arena de la playa tras la marea, como el humo se desvanece en el aire. Ese día durará más que el más largo de los días sumado a la más larga de las noches y cada instante que pase te sentirás totalmente perdido y abandonado. En ese momento darías lo que fuera por que no hubiera llegado, por retrasarlo una estación o lo que tarda un lago en volver a la tranquilidad tras lanzar un guijarro.
Pero por suerte o desgracia para ti, una vez que ha llegado ese día nada podrá retrasarlo, y con tus deseos de que no estuviera allí únicamente lograrás alargarlo.

Rezarás al espíritu del águila para que guíe tus pasos, rezarás al espíritu de la lechuza para que clarifique tu mente, rezarás al espíritu del lobo pidiendo su fuerza... pero ninguno de los espíritus rezará por ti.
Nada ni nadie podrá ayudarte entonces. Estarás solo frente a ti y sólo tu saldrás derrotado o victorioso.

¿Cómo saber lo que deberás hacer? ¿cómo actuar cuando llegue ese momento? No lo sé, pequeño Yanapu, ni tú lo sabrás hasta ese instante. No sirven los planes, ni los pensamientos escritos en piedra, ni las frases que has escuchado de tus antepasados en tu corazón. Nada que provenga de fuera de ti o de un tú anterior a ese momento servirá de algo.

Ni espíritus, ni hombres ni tus propias sombras.

De hecho la verdadera pregunta para la que tampoco tengo respuesta será: ¿cómo reconocerás ese día?.
La mayor parte lo descubren tiempo después, una vez que pasé y tras dedicar una mirada atrás. Pocos son los que son conscientes de estar viviéndolo.

¿De qué servirán entonces todas mis enseñanzas? ¿por qué te cuento todo esto si nada servirá de nada? Te preguntarás, silencioso Yanapu...
Es terrible conocer a hombres de nuestro pueblo que pasaron por este momento y no han sabido mirar atrás para reconocerlo, o hermanos tuyos que no han sabido reconocer que lo están viviendo y lo alargan durante el resto de su vida, incluso sé de muchos que lo desaprovechan sin mas, dejándolo pasar.

[continuará...]
Emilio