domingo, 31 de agosto de 2008

Silencio

Al escuchar sus palabras no podía creer que fuera verdad todo aquello que estaba diciendo. Nunca pensé que la situación fuese tan grave. Un nudo atenazó mi garganta para evitar cualquier expresión que delatase la turbación que sentía por dentro.

Abrí la boca para intentar calmar la situación, para acallar su miedo que era mi miedo, para decirle que todo iría bien y que solo era un pequeño bache en el camino. No salió nada, ni siquiera recordaba lo que mi mente había acordado hasta hacia un pequeño instante de que sería lo correcto, de lo que esa persona necesitaba escuchar de mí.

En mi interior se debatían las ganas de abrazarle, de mirarle sin que ninguna lágrima cayese por mi rostro, de hacerle saber que el dolor era tan intenso porque más lo era el amor que sentía por él, que solo con pensar en la posibilidad de que nos separásemos me encontraba perdida, que la vida sólo sería un libro con páginas en blanco.

Desvié la mirada. Sabía que podía pensar que le estaba dando la espalda pero necesitaba recuperar el control de mí, de mis pensamientos, de mis acciones para poder darle las fuerzas que necesitaba para seguir. Era incapaz. Mis sentimientos pugnaban unos contra otros, no podía escucharlos, no podía entenderlos porque solo podía prestar atención a un murmullo que los superaba a todos, a un murmullo donde el vacio se convertía en un pequeño refugio dentro de un mundo cruel y vengativo: el silencio.

Miré sus ojos. Se movían nerviosos, buscando una respuesta de mis labios para calmar sus ansias. De nuevo abrí la boca y de ella salió silencio. Entonces entendí que mi alma ya había expresado en ese silencio todo lo que sentía y en ese caos de sentimientos las palabras habían desaparecido hacia largo tiempo. Ya solo quedábamos él, yo y el silencio.
Vanesa

martes, 26 de agosto de 2008

Simplemente canto

Si “Canto a mí mismo” fue el regalo al lector, para que se sintiera incluido y continuara leyéndome, ahora me propongo redactar mi propia poética, declaración de intenciones o de principios, si es que estos son necesarios, que no estoy segur@.

Puedo pasarme temporadas enteras sin escribir una línea. No se trata de falta de voluntad o de inspiración, de tiempo controlado o del archiconocido pánico ante la hoja en blanco. Supongo que en esto, como en todo en la vida, podría aplicarse el dicho aquel de que cada maestrillo tiene su librillo, de hecho muchos llegan a editarlo. Yo sólo sé que no me sale nada, que me sé estéril y que lo único que debo esperar es que dure poco.

A veces, no siempre de igual manera ni con la misma intensidad, algo irrumpe en mi vida, me hace sonreír y me empuja a levantarme de la cama, sentarme ante el ordenador (la mano y la pluma ya no me hacen compañía), y dejar hablar a mi cabeza, corazón o entrañas, simplemente eso, permitirle desahogarse sin prohibirle mentir. A veces, también, cuando por fin se calla, releo lo que está dentro de la pantalla y le riño, menuda tontería, no tiene sentido, salvo para ti o para mí, en cuyo caso, lo elimino y me vuelvo a dormir, aunque sea de día, laboral o vacaciones, da lo mismo. Otras, sin embargo, me sorprendo retocando párrafos atractivos, bien por lo que cuenta, bien porque simplemente suenan bien, completando así toda la calidad que este bien pueda incluir.

Nunca sé cuánto va a durar, cuánto estará dispuesto a utilizarme. Ni lo sé ni me importa. La única condición que le pongo, repito, es que no hable de mí. Como decía en “Canto a mí mismo”, que hable de ti, es otra historia.

Vicky

sábado, 23 de agosto de 2008

La historia, el hombre y el tiempo

Durante largos años había observado la caída de los imperios, de civilizaciones henchidas de orgullo y prepotencia. Se decía que era el devenir cíclico de la historia pero no era sino el devenir cíclico del hombre.

La semilla de la destrucción se hallaba en el interior del hombre y si se diferenciaba de los animales por la palabra y la capacidad creadora era para utilizar éstas como herramientas que sirvieran a ese instinto aniquilador de su alma.

La bondad y la maldad se hicieron necesarias como conceptos manipulables, como términos usados por una Justicia que sustituía la venda por una mirada de sumisión hacia lo más alto. ¡Qué gran descubrimiento fue apreciar que todos los hombres podían ser dirigidos por los deseos de unos pocos individuos! ¡Qué inconscientes por no apreciar que entre el rebaño siempre habrá uno como ellos que conseguirá derrocarlos y sustituirlos!

La ignorancia y la falta de fuerza de voluntad esclavizan a los débiles bajo el yugo de líderes carismáticos. Hasta en los más pequeños núcleos sociales es apreciable el dominio de unos por otros. Pero el saber puede establecer límites y los hombres se distinguirán unos de otros por esa fuerza de voluntad que intentará cruzarlos e ir más allá de la aceptación y la resignación.

Pocos han destacado y destacarán de esa manera pues muchos solo mirarán hacia atrás para acumular libros de historia de los que poco aprenderán sin vislumbrar que tras los actos hay intenciones, deseos, estratagemas, conspiraciones…

A pesar de todo, no se cansaba de observarlos. Estudiaba sus pequeñas victorias, sus peligrosos fracasos, sus técnicas de engaño guardando en sí un cariño por ellos que había crecido con el paso del tiempo; su existencia estaba ligada a la de ellos.

Había cosas que nunca cambiarían y si lo hacían sabría esperar para verlas. Al fin y al cabo no habría historia sin ella. Sonrió manteniendo este pensamiento en su mente y se dirigió una vez más a su inagotable trabajo portando su inseparable amiga, su fiel compañera: la guadaña.
Vanesa

miércoles, 20 de agosto de 2008

27 Puntos suspensivos

Todo comenzó con una mirada aciaga a un futuro cercano
pasando por unos hilos invisibles que nos unen.

A la madrugada los suicidas esperan un nuevo amanecer
mientras los misterios de un alma errante se desvelan.

La rutina se desmenuza en palabras aisladas
y las Batallas se libran dentro de uno mismo, a coro,
cuando es un tercero el ladrón de nuestra voz.

Sueños que confundimos con maravillosas realidades
y en los que dejamos que se formen llaves y puertas que desvelan antigua sabiduría

Viajamos en un tren de almas
dejando tras nosotros desconocidos monumentos

A nuestro paso encontramos una carta donde se desvela la misión cumplida de una vida
y es que cada momento tiene su tiempo
bien nos lo enseña un niño que algún día será adulto
o la locura que lleva al Amor a ser arrastrado por Odio

Buscamos un desierto que descubrir
con esos ojos, tus ojos, que desvelan demasiado de ti
poniendo en tela de juicio nuestro ser y lo que podría haber sido

Las confusiones que arrastran horribles almas
a una despedida en una luna de sabor a sal

Por suerte siempre quedará la imaginación
que nace de las visiones que cada cual sufre con sus ojos
atraviesa con nosotros momentos desesperados
hasta preguntarnos por una eternidad
que otras razas de fantasía han conseguido dominar
y otras preguntas sin respuesta a las que llegar.

27 puntos suspensivos, con este 28… ya solo quedan 972

Gracias a todos los que os paseaís por estos retazos.
Gracias a todos los que lo habéis hecho posible.

Emilio

sábado, 16 de agosto de 2008

¿Qué es el arte?

Es enunciar la pregunta por el significado del arte y mi memoria retrocede buscando los recuerdos de aquellos días de seminarios en la facultad.

Hora: 16:30. Curso de doctorado. Tema: estética. Pregunta: ¿Qué es el arte? Sorpresa: dos compañeros de carrera que repetían por mero placer la clase en la que ya habían participado un año anterior.

La respuesta a la pregunta carecía de interés: todos los textos hasta entonces estudiados la trataban desde distintas perspectivas sin poder dar autoridad a una sobre otra si la pasión del lector no intervenía a favor o detrimento de ellas.

Mi curiosidad se centraba en esas dos personas que pugnaban desde hacía años por agradar a un profesor que toleraba sus pretensiones de sabiduría con cierto pasotismo sin decantarse por ninguno. En múltiples ocasiones llegué a pensar que oía sin escuchar para deleitarse al final con una tercera argumentación que conseguía enmudecerlos al menos unos instantes (para el descanso de todos los presentes).

Al empezar el diálogo entre ambos pensé en todo el daño que había hecho una profesora años antes en esos dos compañeros que, hasta su entrada en la facultad, no sabían nada acerca de las llamadas lenguas muertas. Dicha profesora insistía en la importancia de las etimologías, del significado de las palabras en sus estructuras originales. La parte que estos no entendieron, o al menos ignoraron, fue la validez de estos en autores griegos y latinos pero la imprecisión en muchas de esas palabras tras la evolución del lenguaje a lo largo del tiempo. Por tanto, la conversación dejó de tener aplicaciones en contextos para iniciar una discusión carente de sentido y adornada por innumerables citas que ambos habían aprendido anteriormente con la esperanza de introducirlas en una conversación futura. Aún me pregunto si entendían el contenido, el uso y el propósito que cada autor quiso otorgarlas.

A cada momento el tono de la discusión calentaba el ánimo de los debatientes. En esos instantes, cuando ya había asumido que no se quedarían mudos, que una intervención divina no sucedería y que no quería penalizaciones en mi expediente, observaba con curiosidad al resto de personas que se habían equivocado en la elección del seminario.

Mientras que unos se dedicaban a la decoración de sus folios, otros lanzaban miradas asesinas a los contertulios y miradas suplicantes al profesor, otros buscaban sus relojes interrogándose cuánto más habría de durar la tortura y, quedaban mis favoritos, los que se reían en silencio de sus palabras sabiendo que cada una de esas argumentaciones no tenían validez alguna; todo esfuerzo por destacar solo demostraba una ignorancia velada por la prepotencia y el orgullo.

El seminario concluía sin respuesta alguna. Por qué unas personas que estudiaban con ahínco las citas de los clásicos negaban la cita socrática “Sólo sé que no sé nada”. La respuesta se reflejaba en la soberbia de sus ojos: no comprendían la necesidad de empezar a construir una casa por sus cimientos porque el aprendizaje constante había sido sustituido por la creencia de un conocimiento pleno innato.

Tras abandonar la clase solo podía pensar en todas esas tardes de facultad en las que siempre habría alumnos cuestionándose el significado del arte o cualquier otro asunto. Desconocía la cantidad pero deseaba no volver a padecer ninguna a pesar de saber que era una situación demasiado frecuente en las aulas universitarias. Pero, ¿hasta cuándo habríamos de sufrirlos?...
Vanesa

miércoles, 13 de agosto de 2008

El fuego y la vida

El fuego y la vida.
Aquel que busque felicidad en la vida la encontrara
Aquel que busque alegría en el fuego la hallara.
Para aquellos que no utilizan el fuego como luz, pues sus ojos se adaptan a la oscuridad
para aquellos que no utilizan el fuego como calor, pues su piel resiste el mas helado de los fríos
el fuego es mas que todo esto, pues conocen el verdadero poder del fuego.
Para ellos, el fuego es alegría, es amor, es un símbolo
Para ellos, el fuego es vida
Para ellos, fuego significa alma

Las llamas brillaban en la oscuridad, multitud de pequeñas hogueras invadían la pequeña aldea y decenas de hombres y mujeres bailaban a su alrededor. Sus cuerpos, esbeltos y de corta estatura, sus rasgos, delicados y vivos, sus movimientos, ágiles y hermosos, los daban a conocer como una de las razas mas bellas de todos los reinos. Pero aquellos elfos, que es así como les nombran las razas exteriores, no vivían cerca de ninguna sociedad, parecía como si hubieran nacido en el bosque junto con el resto de plantas y árboles, junto al resto de los animales y sus únicas leyes eran sus tradiciones, y su mas importante tradición era ser felices, no tenían complicados juicios ni estructurados sistemas de jerarquía, probablemente porque no la necesitaban. Cada uno era feliz realizando su trabajo y viviendo cada día. Los guerreros disfrutaban mas entrenando a sus compañeros que luchando en batallas, y el líder disfrutaba cada momento de paz en el que vivía su pueblo llenándolo de fiestas y bellezas, habían aprendido algo que aparentemente a los pueblos exteriores les costaba comprender, las épocas de guerra son sinónimo de tristeza. Incluso para aquel pueblo que celebraba alegremente los funerales, la guerra, la lucha, era el único símbolo de amargura y siempre venia traído por seres del exterior.
Por lo tanto el único rito que venia acompañado por lagrimas de tristeza era el de inicio y termino de una guerra, incluso a pesar de haber vencido sin recibir bajas.
Sin embargo en aquel momento no había ninguna batalla al acecho y en ese día la felicidad era grande, aun mas grande de lo que seria normal, pues venia acompañada por la celebración de un nacimiento, la venida de una nueva vida había sido anunciada por las estrellas y el shaman la había anunciado al pueblo. Esa noche se produciría el alumbramiento del hijo de Caliria y Danael. La celebración se había unido a la fiesta de la primera lluvia del año, que aun estaba por llegar, pero que muchos habían predicho para hoy.
En la oscuridad la música volaba y el fuego bailaba con los cuerpos de jóvenes, niños y adultos, que reían con entusiasmo, llevaban toda la noche bailando, pero parecía como que sus risas y cánticos ahuyentaran al cansancio. Pronto amanecería.
La mujer envuelta en sudor era ayudada por su esposo, ambos guiados por el shaman el cual les cedía su sabiduría. Poco a poco una tenue luz fue invadiendo la cabaña construida con maderas y cuerdas, sin embargo ninguno de los tres elfos pareció darse cuenta. El momento final del parto estaba cerca, el shaman daba ordenes directas a Danael mientras hablaba con una voz enormemente tranquilizadora a Caliria, la cual había comenzado a llorar por el dolor, por el intenso dolor. Danael trataba por todos los medios de permanecer sereno pero sentía como poco a poco sus nervios le iban debilitando y llego a pensar que iba a perder el sentido. Sin embargo cuando vio que la pequeña cabeza de su hijo comenzaba a aparecer entre las piernas de su mujer olvidó instantáneamente todo el cansancio, todos los nervios, toda su preocupación y le ayudo a salir tal y como le habían enseñado en los preparativos del parto, sin embargo nadie le podría haber explicado lo que sintió cuando sus delicadas manos ayudaron a su hijo a nacer. Ninguna canción ni poesía podría haber expresado aquello. Danael comenzó a llorar de alegría mientras hacia que su hijo aun cubierto por una fina tela de sangre, llorara con un pequeño azote. El lloro del niño hizo que la música y los cánticos cesaran. Todo quedo en silencio, únicamente el crepitar de las llamas acompañaron a los primeros lloros de aquel bebe. El padre lavo al niño en una palangana de agua y después lo cedió al shaman para que lo presentara al resto de su pueblo.
El shaman salió de la pequeña cabaña con el niño entre sus brazos. Rostros sonrientes permanecían atentos al culmino del ritual. El shaman se acerco al gran árbol y cogió la semilla, después fue al lugar que habían elegido para aquel nuevo elfo y con el bebe en uno de sus brazos, sembró aquella semilla en la sagrada tierra. después se giro hacia el pueblo, todos esperaban a que le alzara por encima de todas sus cabezas para que el cielo pudiera observar mejor al recién nacido, y miro al niño. Su cuerpo era grande y pesaba mas que un bebe normal elfo, el pequeño entorno sus ojos y mostró una ligera sonrisa mientras una gota de lluvia caía desde el cielo en su frente.
El shaman levanto la vista al cielo. Cayeron una gota, dos, cien, mil. La lluvia era fuerte.
Observó a su pueblo, era la primera vez que recibían la primera lluvia sin cánticos ni bailes, y sonrió.
Y tras todo ello levanto con sus dos manos al niño por encima de su cabeza, por encima de todas las cabezas, entre gotas de lluvia. La aldea estallo en gritos de jubilo, la música volvió, los cánticos resonaron y los bailes regresaron. Las gotas de lluvia apagaron los fuegos y el sol poco a poco fue haciéndose sitio en su cielo. Entre árboles y troncos se formaron preciosos arco iris y el humo del fuego apagado formó imágenes mientras ascendía hacia el cielo que derramaba agua.
El shaman devolvió el niño a su madre diciéndola:
“ Aquí esta tu hijo, al cual llamaras ArcoIris, futuro arquero de nuestra aldea, futuro gran arquero”

Y todos continuaron bailando y riendo, pues para este pueblo, el agua también era símbolo de alegría.
Emilio

sábado, 9 de agosto de 2008

La respuesta

Jugué varios minutos con el tenedor en la ensalada pensando en algún modo de salir de la situación en la que me encontraba. No podía mirarle a los ojos pero sabía que estaba impacientándose por mi actitud.

Sabía lo que tenía que decirle; cada palabra había sido ensayada minuciosamente delante del espejo y aún así dudaba de si era una respuesta. ¿Realmente creía en el contenido de ese discurso?, ¿sería bastante para él? No lo sabía, pero confiaba en que sonase con la suficiente seguridad para poder escapar de sus influencias, de la tentación que suponía aceptar su ofrecimiento.

Un leve movimiento de sus manos me sacó de mi ensimismamiento. Era el gesto que invitaba a hablar, a expresar todo aquello que debía decir sin saber si lo sentía o no, a enfrentarme a mis miedos olvidando las represalias por ello.

Un escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo. Pensar en su rostro me producía una mezcla de repulsión y fascinación que difícilmente podía explicar.

-“No puedo aceptar su proposición.-no podía creer que fuese mi voz; las palabras iban arrastrándose una tras otra de forma mecánica, sin entonación. Me obligué a continuar-Sin duda es una oferta generosa pero dista ampliamente de mis propósitos de futuro. Estoy segura de que sabrá encontrar una candidata con mejores cualidades que las mías, una persona que sepa disfrutar de su compañía y se deleite a su lado de todos esos viajes que le están aguardando. Disculpe las molestias que le haya podido causar durante su espera a mi respuesta y espero que sabrá dispensarme de mi negativa”.

Respiré profundamente para recobrar el aliento y para enfrentarme a su ira pero…de sus labios surgió una pregunta.

-“¿Está segura de su respuesta? Porque si es así, no habrá una segunda oportunidad para volver a formular la pregunta”.

Intentando mantener la serenidad, negué con la cabeza.

-“Muy bien. No olvide que habrá de enfrentarse con las consecuencias de su decisión que serán mayores con cada paso del tiempo; se irá marchitando y perecerá al ritmo que este le marque. Cuídese, ya sabe que habitan muchos peligros en la noche…”. Esbozó una sutil sonrisa, deleitándose en la pronunciación de cada palabra, pero yo solo podía ver el brillo de sus dientes, la agresividad de sus formas…

Tras esa velada amenaza desprovista de emoción alguna, desapareció y el reloj de arena continúo su camino año tras año. A veces pienso que fue un sueño o una pesadilla, según se mire; nadie puede ofrecerte el don de la inmortalidad. Es entonces, cuando mis dedos tocan las dos pequeñas cicatrices dibujadas en mi cuello y pienso ¿o tal vez sí es posible?...
Vanesa

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ambiente enrarecido

Un extraño silencio invadía la casa. No era un silencio completo, se escuchaban sonidos provenientes del patio de luces y algún murmullo y suspiro desde la cocina… era un silencio incompleto que podía sentirse dentro de los huesos.

“¿Por qué no me levanto y voy a pedir disculpas?”

En esta ocasión el paso a dar estaba claro. No había dudas de cuál era, ni de quién debía darlo. El peor hijo frente a una buena madre… el causante del dolor era fácilmente reconocible.

La puerta se abrió y entró el padre. Un saludo y pocas frases banales en tono distendido, incluso amigable. Tras esto se dedicó a realizar sus quehaceres o quenohaceres diarios. El escaso ruido que producían los clics del ratón no podían romper este extraño silencio, que navegaba por las venas… un silencio difícil de escuchar para alguien o algo ajeno… pero que al hijo le estaba volviendo loco y a la madre la obligaba a llorar.

“Debería salir de este lugar, dejarles en paz de una vez. El único camino para su felicidad es que yo no este aquí”

Y esa frase no carecía de verdad. Él era el que sembraba disgustos y recogía lágrimas, él no se preocupaba de nada más que sus asuntos, aunque a veces sus asuntos fueran tan nobles como “cambiar el mundo” o “ayudar a los necesitados” pero había desertado de su tiempo cualquier contacto con su familia.

Vivía en su misma casa… pero no estaban en su vida.

“Diré: lo siento. Y ella responderá: a buenas horas. Y mi humillación no habrá servido para nada”

Estaba claro, esta vez debía contemplar la posibilidad de que nada se arreglara. Tal vez, ni si quiera en el corazón de una buena madre, hubiera perdón para él.
Pero seguir como tal cosa, como si nada hubiera pasado… era una idea tan cruel, incluso para él. El peor hijo no podía hacer algo así… o sí. De hecho estaba la opción más retorcida, la más malévola, seguir como si estuviera enfadado con ella. Como si el daño que sufría fuera culpa de la madre. Apretar las tuercas hasta que ella diera el paso, aunque no sabía muy bien hacia donde…

“Es el momento…”

Ruido en la cocina… silencio en la casa…

“Sea lo que sea que tengas que hacer, hazlo ya.”

Y en la mente del peor hijo se fue formando un discurso:
“madre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo…”

No llegó a abrir la puerta de la cocina. Volvió a su cuarto… una característica del peor hijo era, sin duda, el miedo.

La puerta se abrió. Era la madre:
“Vas a comer o si no recojo la cocina”
La respuesta:
“Sí… sí, voy a comer”

Ruido en la cocina…
“¿Por qué sigue calentándome la comida?”

“Ve a comer”
Sonido lejano… pero ninguna palabra de ella rompería el extraño silencio, o mejor dicho… lo repararía.

Ahora él estaba seguro… todo podría ser igual que antes si dejaba correr el tiempo.

Suspiros en el cuarto de al lado.

“Será mejor que coma”.

Con la barriga llena las fuerzas vuelven y al pasar por el salón se pudo escuchar:
- Siento mucho lo que pasó ayer
- Vale
- De verdad, lo siento
- Vale, que quieres que te diga.

Y mientras cada uno marchaba por su lado el silencio enrarecido seguía empapelando la casa de un color muy diferente al de un hogar.

“Por el bien de todos… debo salir de aquí”
Emilio

domingo, 3 de agosto de 2008

Perspectivas

Me está poniendo muy nerviosa, no lo soporto, alzo la vista y ahí está, la bajo y lo siento en la nuca, guiño un ojo y se mantiene en el otro, los cierro y vuelvo a abrir y no desaparece, y eso la mirada, el olor es peor, ¿es que no se ducha?, humanidad, qué asco, ni los cerdos huelen así, debería haber un detector de salubridad en la entrada, luego dicen, mucha tecnología, mucho control pero lo más elemental se lo pasa todo el mundo por el forro de los.. ag, ni mencionarlo puedo, seguro que la mayoría viene de ahí, si es que lo lleva pintado en la cara, cochino y obseso, fijo, aunque seguro que no se come ni una rosca, qué asco, repito, si es que tiene que resbalar, puedo ver las gotas cómo se resbalan desde aquí, o las oigo, entre carraspeo y carraspeo, voces susurradas y ronquidos disimulados, qué voz más desagradable, cualquiera diría que es Joselito, voz de niño en nuez de hombre, y me repito, lo sé, pero lo peor no es eso, lo verdaderamente inaguantable es que encima se haga de notar, podría quedarse quieto y fusionarse con la pared, perderse por la ventana, ser una estatua maloliente, pero estatua al fin y al cabo, pero no, no para, que si cojo esto y dejo aquello, que si raspo, que si saco, que si meto, que si me levanto, que si me arrepiento, que si me incorporo un ángulo de treinta grados, que si me acerco la mano, que si me la saco, mejor no pensar para qué, aunque da igual, ya lo veo, ya lo huelo, casi lo toco, qué guarrería, y me mira, que sé que me mira cuando lo hace, que otra cosa no, pero a mí no se me escapa ni una, se pensará que soy tonta, cualquier día me levantaré y le diré, a ver tú, qué pasa, tío, pesado, tengo monos en la cara o qué....

Pues yo creo que le gusto, me mira demasiado, no se concentra, hace como que se ajusta las gafas para disimilar, pero qué mal lo hace, y eso que no sé, no me acaba de ir, la raya perfecta, la ropa a juego, para hacerse notar, se creerá que va a la piscina del club de campo o qué, luego dicen, aquí hay que venirse cómodo, sino para qué, yo no me vengo en pijama pues porque todavía estará ahí pegadas las legañas, qué tontita es, por dios, y eso que está buena, que si no, cualquiera, será de las que se pintan el ojo para venir aquí, carpeta de marca y zapatos de tacón cuando toca, luego dicen, acceso restringido, joder, que aquí se viene a lo que se viene y no a lucir palmito, parece mentira, si algunas no superan la infancia, ay, qué bolis tan bonitos, sí, ya ves, me han costado tres euros pero qué colorido, como si los adictos al bic fuéramos unos mendigos, si es que si no yo no puedo, no me concentro, jejeje, nos vamos a tomar un café, no, y toc toc toc, marcando territorio y desapareciendo entre tía, o sea, tía, uff, qué paciencia, madre, qué paciencia, pero lo peor, repito, es que no deje de mirarme, si es que me dan ganas de golpear la mesa con el puño, se acabó, arrastrar la silla hacia atrás, si se hace, se hace bien, e ir y decirle, a ver tú, tía, pija de mierda, se puede saber qué te pasa conmigo, aquí se viene a lo que se viene, o tú que te has creído, niña...

Junio universitario. La biblioteca.
Vicky