martes, 26 de agosto de 2008

Simplemente canto

Si “Canto a mí mismo” fue el regalo al lector, para que se sintiera incluido y continuara leyéndome, ahora me propongo redactar mi propia poética, declaración de intenciones o de principios, si es que estos son necesarios, que no estoy segur@.

Puedo pasarme temporadas enteras sin escribir una línea. No se trata de falta de voluntad o de inspiración, de tiempo controlado o del archiconocido pánico ante la hoja en blanco. Supongo que en esto, como en todo en la vida, podría aplicarse el dicho aquel de que cada maestrillo tiene su librillo, de hecho muchos llegan a editarlo. Yo sólo sé que no me sale nada, que me sé estéril y que lo único que debo esperar es que dure poco.

A veces, no siempre de igual manera ni con la misma intensidad, algo irrumpe en mi vida, me hace sonreír y me empuja a levantarme de la cama, sentarme ante el ordenador (la mano y la pluma ya no me hacen compañía), y dejar hablar a mi cabeza, corazón o entrañas, simplemente eso, permitirle desahogarse sin prohibirle mentir. A veces, también, cuando por fin se calla, releo lo que está dentro de la pantalla y le riño, menuda tontería, no tiene sentido, salvo para ti o para mí, en cuyo caso, lo elimino y me vuelvo a dormir, aunque sea de día, laboral o vacaciones, da lo mismo. Otras, sin embargo, me sorprendo retocando párrafos atractivos, bien por lo que cuenta, bien porque simplemente suenan bien, completando así toda la calidad que este bien pueda incluir.

Nunca sé cuánto va a durar, cuánto estará dispuesto a utilizarme. Ni lo sé ni me importa. La única condición que le pongo, repito, es que no hable de mí. Como decía en “Canto a mí mismo”, que hable de ti, es otra historia.

Vicky

No hay comentarios: