miércoles, 3 de septiembre de 2008

Diálogo con la vida

Siento que no soy feliz. No consigo encontrar aquello que me enganche a la vida. No consigo motivación alguna. No consigo ilusionarme con nada. No encuentro forma de reengancharme, de devolver la sonrisa a mi cara y conseguir las fuerzas necesarias para seguir adelante.

Pero empiezo a ser consciente de que algo en mí ha empezado a manifestarse. Creo que ya empiezo a conocer qué es lo que me ocurre: he perdido todo diálogo con la vida, con los elementos y esto está haciendo que me pierda grandes cosas.

Hace ya mucho tiempo, desde que me levantaba hasta que me acostaba estaba interactuando continuamente con los elementos, con el mundo: el sonido del despertador, los libros, las clases, los cafés con los compañeros, las dichosas prácticas de la facultad, las horas de biblioteca, las comidas, mi familia, las largas tardes con mi abuela, el viento golpeando mi cuerpo montando en bicicleta, el canto de los pájaros, el ladrido de un perro, el crepitar de la lluvia al caer, el olor de la naturaleza en estado puro… todo ello era interacción continua, diálogo con las cosas, con la vida. Todo ello, era un continuo reto, una ilusión continua. Cualquier logro, por mínimo que fuera, se convertía en una alegría, en un estímulo.

De un tiempo para acá, me he dado cuenta de que me he cerrado en mí mismo, de que he perdido toda conversación con las cosas y la ilusión de los pequeños retos conseguidos y no he sido consciente hasta que esta situación me ha corroído por completo. Me ha hecho volverme pasivo e inconformista con la vida, esperando cosas que quizá no lleguen nunca. Me ha debilitado y me ha hecho muy inseguro.

Pero esto ya se acabó. A partir de ahora, volveré a sonreir, volveré a conversar con los elementos, con mi vida. Voy a aprender a disfrutar de cada minuto que me ofrezca, de cada pequeño logro que vaya sucediendo. Voy a volver a contar con todo lo que me rodea. Voy a aprovecharlo y a no esperar metas inalcanzables. Voy a hacer que la vida venga a mí en lugar de ir yo a ella. Como bien diría un buen amigo mío, voy a dejar de desquiciar mi vida. Voy a dejarla que me refresque la existencia, que de valor a todo lo que hago sin menospreciar todo lo hecho.

Amigos míos. Si también vosotros habéis perdido el diálogo con la vida, si os encontráis apenados y no sabéis el por qué, si os encontráis infelices, os animo a hacer un parón en el camino y a reflexionar sobre ello. Vuestros corazones os lo agradecerán y os encontraréis a buen seguro un poquito más a gusto con vosotros mismos.

¿Qué hacéis vosotros para mantener el diálogo continuo con la vida?
¿Qué os hace sentiros fuertes y felices en el día a día?
Abro el diálogo porque seguro que no soy el único que se encuentra en esta misma situación y espero vuestras opiniones y vuestra participación, para aprender de vosotros y todos podamos compartir nuestras ideas y experiencias.
Iván

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