miércoles, 22 de octubre de 2008

ANIVERSARIO

Lo que voy a decirte podría parecer un juego lingüístico, una de estas paranoias de alma adolescente aún intacta, época hostil e inevitable, envidiada sólo en la madurez... ves, ya me enrollo, como dicen nuestros hijos, o como dirán, o como dirían, porque la verdad (ves, ya salió de nuevo mi expresión favorita, de la que te burlas a veces con cariño, las más con humor de sal gruesa o gorda, como me veo cuando me miro en el espejo y me digo como como como), es que no sé si quiero seguir a tu lado, quizá porque puedo ver el futuro y en él todo sigue igual, y vamos a trabajar, buscamos a los hijos de los que siempre hablamos, volvemos a casa, nos entretenemos en juegos absurdos, repetidos, visuales, y no nos miramos hasta que nos encontramos en la cama, cara a cara (en mi prolepsis mi ocio continúa contando los lunares de tu espalda), y seguimos como si quisiéramos aumentar la camada, nos creemos seres vivos, esas células que nacen, se reproducen y mueren, aunque con la aceptada salvedad de que cumplido el deber, obviamos lo segundo, el noventa y nueve por ciento de las veces... y no se trata de economías, la vida es dura y cara, sino de falta de fe en nosotros, te busco por las noches sólo cuando no tengo ganas de hacer todo solitaria, no soy la única, y tú lo sabes, lo noto, que de vez en cuando roba minutos al sueño para sentirse falsamente libre.

Somos dos extraños que serán extraños más allá de la muerte. Por eso te escribo ahora, por qué dejarlo para más adelante: al menos para que sepas que el interés es mutuo... y la rutina cobarde.

Vicky

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