domingo, 21 de junio de 2009

No puedo

Sé lo que debo hacer pero no puedo. Fuerzas invisibles me atrapan y me llevan. Crean escusas en mi mente que no sé de donde vienen ni a donde van. ¿Por qué me ocurre esto?. Tal vez tu tienes una respuesta. Podría llamarlo pereza, o miedo... ¿pero miedo a que?. Sé lo que quiero hacer, pero no lo hago. El tiempo juega en mi contra y pasa indiferente entre mis letras hasta que de pronto, deja de ser "el mejor momento" y regresa solo "un momento más". Tal vez el problema es que sé lo que debo hacer, lo que quiero hacer... la indecisión es la única forma de vida en la que la indiferencia no es un motivo de sufrimiento (¿o tal vez debería decirlo al revés?). Sé que si no lo hago yo, nadie vendrá a hacerlo por mi... y más aún, no me gustaria que viniera otro a hacerlo... ¡porque quiero hacerlo!, pero no puedo, ¿de donde sacar la fuerza?, no puedo vencer, no puedo, no puedo, no puedo...

Tal vez todo se base en dejar de pensar en cómo, dejar de derribar barreras invisibles, dejar de vencer miedos imaginarios... y, sencillamente, hacerlo.

Emilio

miércoles, 17 de junio de 2009

Los silencios

La sombra de tristeza que recorría tu cabeza no paraba de marearte. Tus ojos, humeantes de dolor, no paraban de llorar el rechazo. ¡Ay, qué dolor tan grande! Oculta, como los secretos de la vida, como la verdad, lloraba escondida, a la sombra de un árbol bajo el resguardo del sol. La lluvia melancólica le traía la nostalgia de su niñez, donde todo eran risas y juegos, donde no sabía lo que era la verdad, donde inocentemente creía en cuentos de sapos, princesas y amigas hasta la muerte. Pero los cuentos nunca tienen un final feliz para nadie y, casi siempre, eras tú la que terminaba rendida, tumbada en la cama, mirando tus cartas, donde falsamente te había prometido mil reinos y que pasaría las mil y una noches junto a ti, que eras única e irrepetible. Tarde te diste cuenta que sólo a ti te importabas, que no tenías a nadie más, que estabas sola.

Las paredes se desplomaron a tu alrededor y, por fin, fuiste libre, por fin pudiste pensar lo que querías y sin temor a mostrarlo. La tiranía había sido derrocada y volabas grácilmente y sin temor a mostrarlo. La tiranía había sido derrocada y volabas grácilmente hacia el cielo, al amparo de los ángeles, donde tú los dominabas a todos, donde tú, con tu serena mirada, contemplabas a todos, los que como tú, pecaron de confianza en creer que, el ser imperfecto, el ser humano, podía amar a alguien que no fuera él mismo.

Descubriste esa terrible verdad y tristemente no pudiste soportarla. Caíste, sin que nadie sintiera el escalofrío que tú sentías al ver llorar a alguien. Caíste, con un golpe seco. Sabías que tardarían en encontrarte, sabías que pasabas desapercibida. Muchas veces lo buscabas, otras veces, no, y eso te rompía el alma. Cuando eras invisible, cuando no querías serlo, …era lo peor.

El polvo cubrió tu cuerpo, el polvo de los años, del tiempo perdido creando falsas esperanzas. Cayendo, cayendo, rondando el mundo, errante, vagabunda, abandonada, solitaria, triste, encerrada en silencios abrumadores llenos de sabiduría. Pero tú, la que lo sabía todo, y nadie supo escucharte. Espero que donde estés ahora, por lo menos el eco devuelva tus palabras. A mí no me defraudaste pero te tuve que esconder. Si no, sabía que nunca sería feliz.
Alicia

martes, 9 de junio de 2009

¡nunca moriré!

YO, que he tomado miles de decisiones,
probablemente muchas de las más dificiles
y la mayor parte de las más insignificantes,
que he concedido deseos a cientos de miles de personas,
que siempre he tenido parecido con reyes y emperadores desde la antigüedad.
A mi, que la gente me mira con deseo y muchos ponen su esperanza en mi.
Yo, signo de la generosidad de los más humildes
y beso en la boca de algunos muertos.
Yo vi las manos del mayor traidor y leí su corto futuro.
Y ahora quieres retirarme, destruirme, asegurarme que ya no valgo para nada
tu, mortal, me dices que has decidido que me he vuelto sucia y vieja,
que ha llegado la hora de enterrarme viva
para que nadie mas vuelva a estar conmigo.
Estas loco, no podrás acabar conmigo,
solo aumentaras el valor de lo poco que me queda
y aún seré más deseada, más envidiada... ¡nunca moriré!

Texto: "Las últimas palabras de la moneda"
2019. Año de la desaparición del billete y la moneda del sistema económico europeo a cambio del uso exclusivo del dinero plástico.
Emilio

lunes, 8 de junio de 2009

Siempre quedarán las miradas

Las letras que componen esta carta no tratan de desvelarte ningún secreto o falta que no me atreva a contarte en persona. Bueno,…en realidad sí es algo que te he ocultado de algún modo pero que mi mirada te ha delatado en cada momento que pasamos juntos. Y, si no he podido hacerlo antes es porque temo no encontrar las palabras que realmente expresen las distintas sensaciones que se agolpan en mí con sólo tenerte cerca o con mirarme o cada vez que nuestras manos se unen…son tantas cosas que soy incapaz de enumerarlas o darlas un orden coherente.

Tu ausencia me obliga a rememorar el pasado. No, no es lo que piensas. Siento tu presencia siempre conmigo, es esa fuerza que me ayuda a superar cada adversidad, cada tristeza, cada barrera del día a día. Pero, en ese transcurrir diario persistentemente hay una melodía, un olor, un lugar que hace surgir en mi mente un instante concreto, unas palabras, unas miradas, unas risas…que, según el momento, hacen que una sonrisa aparezca en mi cara o sienta una nostalgia difícil de describir pero que sólo ansía el próximo encuentro entre los dos.

Con la noche llega la melancolía de una jornada que anhela la siguiente con la esperanza de ver tu rostro o el abatimiento posterior a una separación. Sea cual sea, es cerrar los ojos, pensar en tu sonrisa y la realidad se difumina por una onírica en donde los relojes y las obligaciones no existen.

Con el despertar llega la expectación de un nuevo día, de un caminar y de una lucha por aquello que queremos conseguir, por lo que queremos que permanezca y por todo aquello que amamos.

La vida es un largo deambular hacia un final que, aunque conocido e igual para todos, asemeja a un río. Tomamos diferentes salidas de un mismo caudal, unas decisiones y una forma de existencia que nos disten de los demás y, aún así, son esas personas que nos acompañan las que la dan valor. De esta manera, he tomado tu mano para ir juntos en una misma dirección, sea cual sea el camino que resolvamos andar.

Las palabras siguen siendo insuficientes pero espero haberte sabido expresar al menos un mínimo de lo que siento. Si no es así, me consuela pensar que siempre nos quedarán las miradas….
Vanesa