jueves, 16 de julio de 2009

Sueños rotos

Un nuevo día. No mientas. No va a ser diferente al de ayer, ni al de antes de ayer...ni siquiera podría aproximarse al hombre que fuiste hace una década. No. No bajes lamirada mientras te hablo, no trates de ocultar esa culpabilidad que ha arqueado tu espalda, hundido tus ojos y sometido a una voluntad que solo responde a los impulsos de una ansiedad insaciable.
Sí, sé que te prometes que todo va a cambiar, que tú cambiarás y que todo volverá a estar bien. Un día lo dices en voz alta, otro a media voz y al siguiente los labios se mueven incapaces de articular palabra porque tu mismo dejaste de escucharlas, de creer en la capacidad de llevarlas a cabo. ¡Y mírate ahora! ¿Quién eres? ¿En qué te has convertido? En un yo entregado al azar, al designio de la ruleta de la fortuna en pos de unos sueños que pretendiste comprar y que dejaron de existir por el olvido de un alma que solo vive de la excitación y emoción que le ofrece un destino caprichoso.
Sé que no quieres escucharme pero ¿acaso posees algún amigo más que te tienda la mano? ¿de alguien que no haya huído de tus ataques de frustración, de rabia contenida? ¿de alguna persona que no te haya dado la espalda tras repetidos intentos por salvarte de las llamas del infierno entre las que vives?. No, ya no hay nadie. Tan solo quedo yo y si mi voz se torna baja y débil es porque hace harto tiempo ya que dejaste de escucharla, de enfrentarla.
Me das la espalda. Prefieres huir antes de enseñarme un rostro consumido entre la incomprensión, la falta de ayuda y la necesidad de seguir sirviendo a los fieles súbditos del Azar. Ya ni siquiera me miras de reojo. Hace tiempo que renunciaste a ver tun propio reflejo en el espejo y yo, yo deseo que lo hagas todos los días para que veas en qué te has convertido, en qué me he convertido, en qué no hemos convertido....
Vanesa

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