domingo, 29 de noviembre de 2009

Richard (Parte II)

En principio, el desorden de las numerosas hojas, la escritura inversa y las distintas abreviaturas sugiere un pensamiento caótico fruto de una mente afectada por el caos de los tiempos presentes. Sin embargo, un exhaustivo trabajo del departamento de inteligencia ha revelado el corazón del poder nazi hábilmente escondido para aquellos que solo buscamos su destrucción.

Hasta ahora, considerábamos Terezin como el asentamiento clave en el traslado de judíos a Austchwitz. No andábamos equivocados del todo, pero sí lo hacíamos en los cálculos relativos a la cantidad que se enviaban puesto que era menor. La mayoría de ellos son designados como fuerza de mano de obra para un proyecto más importante: la construcción de los temibles tanques Panzers y la fabricación de armas de combate mejoradas.

Por sus rostros puedo apreciar la incredulidad que sienten al escuchar mis palabras. En un principio tampoco yo lograba creerlo. Es cierto que la magnitud de sus tanques hace casi imposible ocultar la ubicación de su fabricación y que, a raíz del uso del radar hemos delimitado notablemente sus movimientos pero, aún así, les recuerdo que éste utensilio aún es bastante rudimentario por lo que hay zonas que se escapan a nuestro control, sobre todo, si se encuentra bajo tierra.

Contrastando los datos que teníamos y los del diario podemos establecer la historia y situación de lo que los alemanes denominan con el nombre en clave Richard.

La ocupación nazi de la República Checa data del 1939. La elección de este territorio no fue aleatoria al igual que la distribución de distintos campos de concentración a cuya cabeza se encuentra ya el mencionado Terezin establecido en 1941. Gracias a uno de los mapas del diario y con la ayuda de un profesor de historia de esta región que pudo escapar de la represión nazi, encontramos un lugar muy cerca de Theresienstadt, aproximadamente una hora al norte de Praga, que alberga unas antiguas canteras abandonadas. Éstas quedaron en el olvido por los años en los que estalló la 1ª Guerra Mundial: el miedo, el hambre y el agotamiento de sus recursos provocaron su cierre.

Los alemanes descubrieron la potencialidad de esta mina subterránea aunque desconocemos si existen en la actualidad mapas de la época de su mayor auge y si ellos poseían alguno. La única referencia que hemos podido encontrar de ella son las descripciones y los precisos dibujos realizados por el prisionero de Terezín.

Richard, hoy por hoy, es una industria bélica refugiada bajo tierra. Se estima, que su profundidad puede alcanzar unos 60 km y su distancia unos 32 km de túneles distribuidos en cerca de 320 habitaciones, cámaras y corredores. Es aquí donde son conducidos los prisioneros judíos quienes, con sus manos, han hecho posible la transformación de meros túneles en grandes salas perfectamente habilitadas para sus propósitos.

El cómo llegó esta información a manos de este cautivo es un misterio en el cuál no podemos detenernos y, precisamente lo es porque relata de una manera muy concreta cómo aquellos judíos que entran no vuelven a salir más que para dirigirse a un crematorio instalado en una fábrica de ladrillos cercana a su ubicación y controlado por los nazis de Terezin. Sé que es arriesgado confiar en una información desconociendo su origen pero no tenemos alternativa. Diversos especialistas barajan la posibilidad de que fuera uno de los encargados de quemar a sus compatriotas y que, mediante diferentes testimonios recibiese la información. No olviden que los judíos que no pueden seguir trabajando son cadáveres para los nazis y se estima que un alto porcentaje de personas aún con vida fueron mandadas incinerar. Lo que nos induce a seguir esta línea de pensamiento es el cuidadoso recuento de cadáveres anotados en una de las páginas. En un período de seis meses podemos leer la escalofriante cifra de 579 personas. Una perfecta representación de la crueldad hitleriana.

Retomando el objetivo bélico nazi de Richard, podemos hablar de una sala en concreto que se convierte, necesariamente, en nuestro propio objetivo: el desmantelamiento y destrucción del llamado Salón de las columnas. En este punto, la información es un tanto vaga. Creemos que es debido a que los prisioneros no tenían acceso, en tal caso ocasional, en esta zona. Algunos datos, como la descripción de indumentaria, revelan la concentración de personalidades de las SS y el continuo trasiego de científicos expertos. Cabe pensar que en este Salón de las columnas se concentra la distribución logística de las armas en los diferentes frentes y el examen de las armas fabricadas como control de calidad para la admisión o desecho de las mismas.

El resto de la información contenida en el diario ha sido descartada por su vaguedad y su inexactitud aunque es importante tenerla presente y recordarla para ser conscientes de la urgencia con la que hemos de actuar. Se habla de Richard como la caja fuerte donde Hitler guarda todos los tesoros robados a los países europeos y, lo que es más preocupante, el lugar que alberga el secreto de un proyecto consistente en la fabricación de un arma apodada “apocalíptica hitleriana”.

Hasta aquí me he limitado a proporcionarles todos los datos de los que disponemos. Ahora, les invito a estudiar el contenido de las carpetas que les han sido entregadas al principio de esta reunión, donde encontrarán las medidas que se han trazado para la destrucción de Richard y de cuya aprobación de los presentes dependerá su puesta en acción inmediata.

Ahora si me disculpan, me retiraré para que empiecen con sus deliberaciones…
(Continuará)
Vanesa