miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hablar por hablar


El clamor de la disconformidad y la estupidez por la continuidad de los que no se pronuncian pugnan en una actualidad fatalista, rota, abocada al fracaso y la negatividad de los esfuerzos de aquellos que saben hacer de su adalid a la esperanza.

Los problemas se agolpan y los dedos inquisidores de unos y otros siguen manifestándose firmemente hacia cualquier lado que les pueda eximir de su propia culpa. Pero, quién puede culparlos o ¿acaso nos creíamos tan osados para romper una de las tradiciones más ancladas en nuestra sociedad?

El problema económico deriva en político, éste en ético para desembocar en lo social. Todos esgrimen argumentos cargados de ira que son lanzados a semejanza de flechas de unos a otros. Los hay los que culpan a terceros, los hay que tienen soluciones suficientes para arreglar el mundo solo con el estudio concienzudo del telediario de turno, los hay que luchan contra el sistema establecido intentado acallar sus propias conciencias y los hay que huyen de España intentando encontrar lo que su propia patria les ha negado.

No seré yo quien haga una nueva apología del hoy, tan solo puedo defender el silencio como única arma ante la indefensión y la saturación de la verdadera enfermedad del presente: el hablar por hablar.
Emaleth

lunes, 6 de agosto de 2012

La montaña dormida


Él está ahí, sentado, rodeado de su corte, de sus consejeros más cercanos, de sus fieles caballeros y de los gobernadores que un día dirigieron en su nombre cada una de sus conquistas. Frente a él, una mesa de mármol cuyas patas quedan ocultas tras una larga barba fruto de un largo exilio. Sus ojos, permanecen cerrados en un sueño que aguarda la venida de un nuevo alzamiento, de un nuevo renacer que vendrá teñido por la sangre de los enemigos vencidos. Hasta entonces, aguarda pacientemente en uno de los lugares más inescrutables de la tierra, oyendo el tañido de su propio corazón como único testigo del paso del tiempo. Mientras, en el exterior de su escondite, hombres sabios temen su llegada, los necios ansían su regreso y, los más numerosos, lo ignoran pero las antiguas leyendas hablan del despertar: el emperador recupera la conciencia para que uno de sus mensajeros investigue si hay cuervos volando alrededor de su encierro. Si es así, debe seguir aguardando en un mundo onírico que desaparecerá cuando su barba rodee por tres veces la mesa que preside. Solo entonces, se levantará para reunir a sus caballeros, abandonar su retiro y luchar hasta alzarse con el poder que ya consiguió en el pasado bajo su mando. Cuando la ladera del Untersberg desaparezca bajo hordas de caballeros armados, el día del juicio final habrá llegado y del interior de la montaña se alzará la furia hasta entonces dormida de un emperador cansado y hastiado por su larga espera. Mientras, se cuenta, que los dwarfs, a los que temerosos ojos describen como una especie de seres semejantes a los enanos, guardan su regreso atemorizándolos y alimentándose de visitantes no deseados. Ellos velan por su descanso compartiendo con él, al que unos llaman Carlomagno y otros Federico II, un  mismo fin: la protección de la Gran Germania.
Tras estas palabras el espejo enmudeció. La negrura de la piedra contrastó con la blancura que su rostro reflejaba. No sabía qué o quién era el portador de tal revelación; ni siquiera se veía capaz de describirlo a pesar del tiempo que había permanecido frente a él. Nunca había creído en los objetos de poder pero, sin duda alguna, lo que decían las leyendas acerca del Sello de la Verdad resultaron ser ciertas. Ahora empezaba a preguntarse si las consecuencias por su arrojo también lo serían…

Ojeó su diario de viaje. En apenas dos meses de intenso trabajo había conseguido numerosos datos cuyo único punto en común consistía en la indeterminación de los mismos. Leyendas, habladurías y ruinas testigos del paso del tiempo eran los más numerosos. El secretismo que rodeaba a la antigua residencia vacacional de Hitler y la implicada mitología del lugar borraban el pequeño atisbo de una nueva pista para transformarse en un nuevo callejón sin salida.

La obsesión y continuo recuerdo de la visión no satisfacían su ansía de conocimiento. En las continuas noches de insomnio una misma idea surgía una y otra vez. La sopesaba considerando los pros y contras de una manera metódica, incluso enfermiza, para acabar rechazándola cuando el miedo conseguía vencer a la osada locura. ¿Acaso no había sido ya testigo de lo peligroso de su impetuosidad? La búsqueda del Sello de la Verdad asemejaba a un juego de niños si se comparaba con el cada vez más tentador plan que se le pasaba por la cabeza. En realidad sabía que solo una última pista a seguir le separaba de tan ingente empresa. Ahora meramente le restaba agotarla y, tal vez, dejarse llevar por los caprichosos designios del destino…

Al salir de la estación dudó. Debía elegir bien cuales serían sus primeros pasos en  un estado receloso de su pasado para evitar posibles problemas en su complicada andadura. Esas mismas dudas le habían tentado numerosas veces durante el viaje para usar el Sello de la Verdad en busca de consejo. Con mano temblorosa se separó hasta dos veces de él como el yonqui que intenta escapar de las garras de una adicción de la que hace tiempo perdió el control, si es que alguna vez lo tuvo. En esas situaciones casi podía comprender la obsesión y la influencia que ejercieron los objetos de poder en la vida de Hitler. Se dice que su primer acercamiento al mundo mágico y, tal vez al de la locura, se produjo a los dieciséis años en la visita que realizó al museo de Viena. En éste, se exponía la llamada lanza de Longinos, arma con la que Jesús fue atravesado en la cruz, a la que se atribuía el don de conceder a su poseedor las artes de los médiums. No tardó en robarla en cuanto se hizo con el poder; fue la primera de muchas otras en el afán de colmar la vulnerabilidad de su propio ser. Solo el recuerdo de su final y el miedo que le provocaba el saber de la verdad de estos poderes, conseguían sacarle  del hipnótico estado de somnolencia que ejercía este objeto sobre él.
No se arriesgaría. Iría directamente a casa de su viejo amigo de aventuras. La cordura le había hecho retirarse a tiempo de una vida saturada de acciones peligrosas, pero la curiosidad y el ansía de conocimiento debían de seguir ahí.
Los años le habían respetado. Unas pequeñas hebras plateadas en su barba  eran las únicas delatoras del paso del tiempo, pues en sus ojos seguía brillando esa chispa de impetuosidad y viveza a los que era imposible decir no. El saco de viaje, las cajas medio abiertas y paquetes sin desembalar habían sido sustituidos por multitud de libros agolpados en las paredes y en el suelo de toda la casa, pero la sonrisa que se escondía tras ellos le otorgaba confianza y esperanza para su empresa…
Unas pocas palabras fueron suficientes para que consiguiese adivinar sus verdaderos propósitos y temores. Un gesto cabizbajo seguido de silenciosas negativas con la cabeza, expresaron la disconformidad con ellos. Aun así, evitó hacer cualquier juicio de valor durante la exposición acerca de su cometido:
-La situación de desamparo e incertidumbre junto al impulso económico empresarial, posibilitó la subida al poder, como bien es conocido, a un hombre que conjugaba a la perfección el talento oratorio de un gran político contaminado con las fantasías extremistas de un loco racista.
El gobierno hitleriano no fue creándose durante sus trece años en el poder, sino que fue tomando forma material de un plan perfectamente diseñado anteriormente como si de una batalla se tratase. El objetivo de la instauración de la independencia y soberanía respecto al dominio aliado y la restructuración de una Alemania fragmentada y empobrecida solo fueron los cimientos dirigidos a crear una confianza en el régimen que sería moldeada en fases posteriores.
Las religiones fueron la unidad y la fortaleza de las primeras civilizaciones entre los hombres. Son éstas base de la educación, de la convivencia social y, sin lugar a duda, de la dirección que debe tomar el hombre teniendo presente constantemente sus limitaciones y supeditación a un ente o entes superiores. Hitler sabía que la implicación emocional y activa de los alemanes era claves para evitar reacciones contrarias a sus propósitos. La propaganda nacionalista debería sucederse con una religiosa bajo la vigilancia y protección de un poderoso ejército que garantizase la férrea unidad dela nación.
La propaganda y la coacción del Estado basadas en la aceptación religiosa y nacionalista de la soberanía alemana como raza descendiente de dioses posibilitaron las aberraciones posteriores: la erradicación de personas con trastornos psíquicos y físicos; la marginación, desprecio y supresión de derechos a la gente que no tenía un origen claro alemán; la demostración mediante árbol genealógico de la raza para la participación en la vida del Estado, especialmente en administración y en las filas de las SS; la utilización de las mujeres como mero instrumento de natalidad; la investigación científica genetista basada en crueles experimentos en campos de concentración y, por supuesto, la matanza indiscriminada de otras razas, especialmente judíos y gitanos, con el único propósito de exterminarlas en el continente europeo.
Hay otras muchas más que enumerar, pero estas nos sirven para comprender la magnitud y preponderancia que tenía la religión en las decisiones gubernamentales. Y, aunque muchas religiones durante la historia han sido fundamento para otras atrocidades, aquí se acrecienta cuando se fusiona con un arma que aún tiene más poder entre la gente supersticiosa e ignorante: el ocultismo. Sí, sí, no me mires despectivamente, sabes que a pesar de lo que tú o yo hayamos visto en nuestros viajes y de lo que sea que lleves en esa mochila que tu mano se niega a soltar, la mayoría de leyendas y objetos de poder no son más que supercherías y necedades. Relájate, no pretendo juzgarte ni saber nada que no quieras contarme; me has pedido información y eso es lo que trato de ofrecerte aunque, para ello, deba remontarme tan atrás en el tiempo.
El ejército de las SS, con Himmler a la cabeza, era el máximo ejemplo de cómo un poder indefinido podía condicionar la estructura de su formación y, lo que es más increíble, la toma de decisiones en un conflicto bélico. El castillo de Wewelsburg es el lugar que eligió para formar entre sus muros el  Übersoldat (supersolado), soldados físicamente perfectos adiestrados en las artes oscuras. Incluso se edificó la cripta a imitación de una tumba micénica con el propósito de conmemorar a los muertos.
Hitler no se diferenciaría mucho de Himmler puesto que edificó su propio santuario frente a la grandeza del Untersberg, lugar místico por excelencia en la tradición germánica. Hablamos de la casa Berghof.
De forma general, podíamos mencionarla como el lugar en el que pasaba Hitler su tiempo de descanso junto a Eva Brown. En ella, se celebraban reuniones de carácter ocioso en las que resaltaba el buen carácter del  Führer, imágenes que todo el mundo ha podido ver grabadas en el balcón.
La casa fue construida en el valle del Watterbargen próxima a otras pertenecientes a los líderes alemanes. A pesar de las pocas edificaciones, se podían juntar gran número de personas en ese lugar puesto que, signo de su gran poder, necesitaban  aproximadamente de tres mil  personas para atender a penas a diecisiete miembros del partido en estaciones estivales o en las reuniones establecidas para decidir y planificar acciones militares.
Pero retornemos nuestra visión al Berghof o, mejor dicho, conduzcámonos hacia el subsuelo de la casa, hacia la entrada de otro mundo desconocido para la mayoría de la gente: el nido de las águilas… (Continuará)

Emaleth