miércoles, 22 de enero de 2014

La incertidumbre del presente


Existe un reloj cuyas agujas marcan la cercanía o lejanía a la que nos hayamos de la destrucción del mundo y, por supuesto, la del hombre. En la actualidad, la inestabilidad de los países islámicos y la amenaza nuclear de Corea del Norte nos acercan como nunca a este desenlace. Cierto es que el número de conflictos y acontecimientos negativos es mucho mayor a lo anteriormente expuesto, pero la peligrosidad se mide en torno a su alcance.

Esta introducción no es más que un simple apunte para describir de forma breve la caótica situación del mundo actual. Pero la sociedad que compone cada uno de los países de este planeta prefiere cerrar los ojos y no ver. La ignorancia es la felicidad que les mantiene día a día y, si no es ésta, es el egoísmo pues “bastante tenemos con lo nuestro para encima arreglar lo de los demás”.

No importa las veces que estudiemos o recordemos momentos históricos pasados. Hay quien cree que la historia es un movimiento cíclico pero yo muchas veces solo veo la estupidez de los hombres repetida una y otra vez. Es esa precisamente la que hace que la cadena de sus decisiones arrastre reiteradamente las mismas consecuencias. En estos momentos, cuando miro al hombre, solo puedo pensar en una frase magistral de Unamuno: “Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será”.

Rousseau nos dijo que la libertad individual acababa donde empezaba la del otro. Hoy en día se habla de respeto, de aceptación, de diálogo, de igualdad, de libertad de expresión, y sin embargo, solo puedo ver a personas ineptas que se hacen pasar por políticos: dan vida a estos conceptos a través del discurso para aniquilarlos en la práctica a su antojo y voluntad. Y, mientras, qué sucede: lo de siempre. Preferimos ver “Sálvame” o discutir calurosamente en los bares sabiéndonos, una vez más, sabedores de todo.

La regresión del bienestar español en manos de un fascismo enmascarado de democracia no es más que uno de los múltiples puntos rojos que podemos encontrar en Europa. La tensión se siente, la creciente oposición entre dos bandos también, y solo el tiempo dirá en qué puede desembocar aunque ya los mayores empiezan a tener reminiscencias de tiempos pasados y, con toda la razón que les otorga su experiencia y conocimiento, empiezan a temer…

¿De verdad es el momento de refugiarse en el yo, en la indiferencia, en el pasotismo o es el momento de posicionarse y ser parte activa de un mundo del que no podemos desvincularnos? Tú decides pero, sea cual sea la respuesta, tal vez deberíamos antes recapacitar en las sabias palabras de Rockefouçauld: “Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes”.
Emaleth