jueves, 31 de marzo de 2016

La historia

Cogió el bolígrafo y firmemente se enfrentó a la hoja en blanco. No había pensado en ningún momento sobre qué podía escribir pero no era su prioridad. Debía captar la atención del lector en el mismo instante en que sus ojos se posaran sobre el folio, y puesto que no disponía de ninguna portada, un buen título tendría que servir como presentación ineludible a la historia.
Tras cuarenta minutos y diez hojas después, ya disponía de unas letras elegantemente curvadas y remarcadas para darlas profundidad y profesionalidad.
El bolígrafo entre sus labios, la mano izquierda posada sobre su frente y la mirada perdida en el horizonte: esa era la foto que le gustaría ver en la contraportada de su libro.
Una hora más tarde, el bolígrafo hacía tiempo que se había precipitado de sus labios, la mano izquierda sujetaba su cabeza y sus ojos cerrados le permitían ver más allá del horizonte.
Una imagen tras otra fue componiendo una increíble historia de aventuras, intriga, pasión e, incluso, comedia. Era una historia que no  podía dejar indiferente a nadie. El final se acercaba, sentía los nervios que siempre predecían un desenlace sorprendente. El protagonista sacó su arma y…. ¡A cenar!
Asustado, se despertó, miró el reloj y ahí sí que presintió el desenlace fatal que le esperaba. Era las nueve de la noche, en su papel solo había un título y el final no escrito anunciaba una muerte: la suya cuando su madre supiera por la profesora que no había entregado la historia que había mandado para el día siguiente.
Se levantó, suspiró y con resignación tuvo que admitir para sí que al menos conseguiría su propósito: su historia no dejaría indiferente a nadie.
Emaleth